21.

639 49 4
                                    

— Mí niña. — murmuró Narcissa sentada en una silla junto a la cama de Adhara. — ¿Cómo pudo pasarle ésto?.

— Hagrid dijo que ella venía del bosque, algo la atacó, tal vez se alejo un poco más que de costumbre.
— respondió el profesor Snape.
— Pero estará bien.

— Tal vez sea mejor que regrese a Llivermorny, las cosas aquí no van bien Severus. — comentó la mujer.

Harry acababa de entrar a la enfermería para visitar a Ron, encontrando la sorpresa de que ahí también se encontraba Adhara, quiso acercarse, pero al ver a la señora Malfoy, decidió que era mejor marcharse, aunque la curiosidad y la preocupación por saber que le había pasado, ganó y simplemente se puso su capa de invisibilidad.

— No creo que ella esté de acuerdo y ya no puedes obligarla. — repuso Snape.

Narcissa vio con cariño a su hija y acaricio su cabello con delicadeza, con cuidado de no moverla demasiado por la herida que aún estaba delicada.

— Solo quiero que esté tranquila, además aquí...— Narcissa se interrumpió al escuchar un ruido en la camilla de a lado.

— Creo que está conversación, ya no es privada. — dijo el profesor Snape dirigiéndose a la camilla de Ron y después despojando a Harry de su capa de invisibilidad.

— Buenas noches señor Potter.
— murmuró Narcissa volviendo a su semblante serio y altanero.

— Fuera de aquí, 30 puntos menos Gryffindor. — dijo el profesor Snape.

— Espera Severus. — interrumpió Narcissa.

— ¿Me permite hablar con usted un momento, señor Potter?. — pregunto la mujer y a Harry se le heló la piel por lo sería e imponente que se veía, sin duda se atrevía a decir que la calma y frialdad de Narcissa daba aún más miedo que Lucius Malfoy.

— Claro, señora Malfoy.

— Bien, Severus sí nos permites. — el profesor no lució ofendido y simplemente salió de la enfermería.

— Tú amigo está dormido, así que no creo que hayas venido a verlo a él.

— No era mí intención escuchar es solo que...

— Eso me tiene sin cuidado, en realidad quería preguntarte algo importante. — se adelantó Narcissa.

— Mmm...está bien.

— ¿Tú amas a mí hija?. — pregunto la mujer.

Harry miró por un momento hacía ella y después a la camilla en donde estaba Adhara, se veía tan calmada y frágil, tan hermosa cómo siempre y no dudo en responder:

— Sí señora, yo amo a su hija. — dijo con sinceridad.

— Ella es muy hermosa, una chica talentosa y brillante ¿Es por eso que la amas?.

— Y porque es muy dulce, es leal y valiente, es divertida, la chica más hermosa que he conocido, pero no solo es por eso que la amo.

— Bien, me agrada cómo piensas, entonces supongo que no te vas a negar a lo que te voy a pedir.
— respondió Narcissa. Harry la miró curioso y un poco confundido.
— Mantente lejos de ella, por su bien y por el tuyo.

— No. — replicó el azabache con determinación.

— No quisiera romper su burbuja señor Potter, pero sus sentimientos lo ciegan a la realidad inminente.

— ¿Realidad inminente?. — cuestionó el chico con un poco de miedo.

— Adhara ha sido educada para ser una dama de sociedad, tendrá que casarse con alguien Sangre pura de buena familia, educado y sobre todo, alguien que no tenga su vida en riesgo  cada cinco minutos.

El horrocrux perdido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora