Verano

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Cambios en la historia

faltaba esta parte en especial.

Elizabeth estaba sentada en la mesa de Slytherin enfrente de dos idiotas mayores a ella, Reggie y David jugaban tirándose un trozo de pan y riendo de tonteras, junto a ella esta Daphne de un lado y del otro, muy curiosamente estaba Theo, pero dándole la espalda, para ponerle más atención a lo que hablaba Zabinni.

—¡Otro año se va! —dijo alegremente Dumbledore—. Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo, antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegasteis... Ahora tenéis todo el verano para dejarlas bonitas y vacías antes de que comience el próximo año... Bien, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis, y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Slytherin. Reggie y Davis se daban los cinco y se abrazan, Elizabeth podía observar como le hacía gestos a sus amigos de las otras casa, pudo ver a Draco Malfoy golpeando la mesa con su copa. Era una visión repugnante. Pensó ella que solo aplaudía con entusiasmo, se había esforzado para ganar puntos y no ser pillada cuando hacía cosas donde los podía perder.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —dijo Dumbledore—. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.

Todos se quedaron inmóviles. Las sonrisas de los Slytherin se apagaron un poco. Y Elizabeth dejo de aplaudir en seco, no le oía bien lo que acababa de decir su director y si se repetía lo de romper las reglas con su primo que había sido premiado jugando en el equipo de su casa. Se cruzo de brazos imaginando lo que se venía. Era astuta.

—Así que —dijo Dumbledore— tengo algunos puntos de última hora para agregar. Dejadme ver. Sí... Primero, para el señor Ronald Weasley por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy le decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!».

Por fin se hizo el silencio otra vez. Elizabeth ya se había quitado su sombrero de punta... no le olía bien lo que se avecinaba.

—Segundo... a la señorita Hermione Granger... por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Hermione enterró la cara entre los brazos. Elizabeth aplaudió suavemente, se alegraba por ella, y saber tener un uso frío de los conocimientos. Eso lo destacaba.
Los cambios en la tabla de puntuaciones pasaban ante ellos: Gryffindor estaba cien puntos más arriba.

—Tercero... al señor Harry Potter... —continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa—... por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.

El estrépito fue total. Los que pudieron sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin, cuatrocientos setenta y dos. Si Dumbledore le hubiera dado un punto más a Harry... Pero así no llegaban a ganar.

— Empatados –dijeron atónitos Reggie y Davis, para que el pelirrojo terminará – buscará algo insignificante. Quizás algún punto a un extra que los ayudará.

Prima Dursley ~Harry Potter~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora