Prima Dursley ~Harry Potter~

Un verano eterno

Hay muchos estudios que hablan sobre la inteligencia emocional y estado mental de las personas, entre estos esta como estar dirigido por una emoción te da diferentes perspectivas de la vida, porque claro una misma noticia bajo diferente emociones te puede hacer reaccionar de variadas formas. Estar bajo la tristeza te da un perspectiva de lentitud, todo pasa en cámara lenta, tu energía es menor, tu ánimo es delicado y tu cuerpo se ve decaído, puedes portar una sonrisa o verte muy calmada, eso no cambia que tu mente y tu corazón este rodeada de un aura azul.

Elizabeth estaba entrando en un cuadro depresivo, eso diría un profesional por los últimos meses del verano y los últimos sucesos de su segundo año, pero lo cierto es que desde primer año la peña bruja de la familia estaba entrando en un cuadro depresivo, por la prolongación del tiempo se podría hablar de una depresión infantil y con solución tras una larga y consecutiva terapia. 

Por eso, aunque la Dursley había salido de su cama a mitad de Julio, lo que quedaba de verano se le haría totalmente eterno, como s hubiera pasado los tres meses fuera de su cama.

La primera semana se sintió muy débil, sus piernas parecían cansadas, su mente adormilada y sus ojos lloraban al leer las cartas que había ignorado, pero al finalizar esa primera semana tenía cuatro cartas con más de un metro de pergamino escrito en respuesta.

Cuando toco la puerta de Harry y el la dejo pasar, su seria cara mostro una sonrisa al ver a su prima sostener cuatro sobres lilas de su papelería.

— Por supuesto que puedes ocupar a Hedwig —lo saco de la jaula y pudo visualizar la rubia oscuro como estiraba sus alas– creo que recuerda bien el camino para ellos.

Elizabeth no quiso cambiar más palabras con su primo, acarició a la lechuza y mencionó lo que Harry ya esperaba oír.

— Esta carta de sobre lila oscuro es para Moony, la lila clara es para Daph, La lila con manchas azules es para Tomás y esta color uva es para Delphi —Harry entonces se dio cuenta que una carta hacía falta, ¿Dónde estaba la carta para Raúl? – No tienes que esperar respuesta y no dejes que vean para quién es la siguiente carta.

Había una carta escondida en su bolsillo, si, era verdad, había mucho sol como para ocupar la capucha, aunque se encontrara abierta. En los bolsillos de esta se escondía una carta para Theodore Nott.

Se había sorprendido con la primera carta y más con una segunda y tercera, no solo eso la había sorprendido, sino el hecho que la primera había llegado antes que la de sus amigos y del mismo gemelo, Theo le había escrito apenas habían regresado de Hogwarts.

Tomando aire salió de su casa, camino las calles necesarias hasta quedar frente a una casa donde el llanto de un bebé se escuchaba a viva voz, no sabía si esperar a que se callara o tocar nada más ¿y si lo estaban tratando de dormir? si esperaba a que se callara lo podía despertar. Respiro hondo y mantuvo el aire dentro de ella, si el sombrero había pensado en ponerla en Gryffindor era por algo, tenía valentía, solo que de dónde. Sus padres no eran las personas más valientes que se diga y Dudley era un bravucón. Tía Lily, pensar en ella siempre le traía algo de paz.

Tres golpes en la puerta, todo se volvió silencioso, luego recordó, el bebé podía exponerlos con magia. Volvió  golpear pero ahora al ritmo de una canción de cuna de magos.

— ¿Elizabeth?

Preguntaron sin abrir la puerta.

— La misma insufrible niña que ha ignorado a su mejor amigo por meses, y la misma niña que se comió un caracol por 25 euros.

Podía pasar el tiempo, pero después de leer las cartas sabía que tenía que identificarse como la autentica chica y no un extraño. Por un segundo la chica se cuestionó que tanto debían esconderse los Burke y el por qué. Pero ya estaba ahí para disculparse por una cosa, no podía enrollarse en otra.