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Castigada, y molesta.

Así se encontraba Elizabeth Diana en su habitación durante la noche.

La irresponsabilidad de Harry, no solo había conseguido que los Mason se fueran sin despedirse. La furia de su padre o el terror de su familia completa.

Había conseguido que se mandara una carta desde el ministerio de magia, y esa carta su padre lo obligo a leerla. EN VOZ ALTA.

Su madre la vio furiosa por no decir antes, el hecho de que ellos no podían ocupar magia fuera del castillo. Estaba dolida por que su hija dejara que Potter atemorizará a su terroncito de azúcar.

Giro su cabeza a su mueble de noche, el reloj indicaba las doce horas. La oscuridad invadía su habitación y suspiro.

Al salir por el pasillo pudo ver como la puerta de la antigua habitación de juegos estaba bloqueada. Actualmente, era la habitación de Harry. Bloqueada, no lo dejarían salir ni para asistir al baño. Esperaba tuviera varias botellas.

doce de la noche... lo que significaba que ya era 31 de Julio de 1992. Feliz cumpleaños doceavo Harry. Pensó.

Estaba molesta y como todos los años anteriores pasaría de largo este día.

Cepillo sus dientes, trenzo su pelo para dormir y limpió su cara.

La oscuridad seguía reinando en su habitación, pero su mente estaba un poco más liguera que antes. Así que se acomodo en su cama, se cubrió con sus cobijas y abrazo su peluche con fuerza, dando la espalda a la mesita de noche, dando la espalda al reloj que indicaba que estaba cerca de ser la una de la madrugada.

Un ruido invadió su cabeza, retumbado. Su habitación se llenaba de este ruido potente y fuerte, parecía perforar cada centímetro de su adormilado ser.

Girando al fin en su cama tomo el reloj, y pudo observar como este indicaba las 10:23 de la mañana.

Al salir de su habitación, aún fregando sus ojos, diviso a su hermano que comía cereal con leche de un gran bol.

— Ed –mencionó apenas y entre bostezo– ¿Qué sucede?

— Papá salió temprano y llego con fierros y una escalera –su hermana lo miró sin entender– oh, esta colocando fierros en la ventana de Harry. Y creo que en la puerta también lo hará.

— Elizabeth –llamo su madre con una voz seria, que hizo a la rubia enderezar de inmediato su espalda– arréglate ya. Hoy no andarás de perezosa. Nada de no cepillarse el pelo o quedarse en pijama leyendo. Te arreglas y me ayudarás con el almuerzo.

— ¿Qué hiciste? – se extraño su hermano– mamá no te mandaría a ayudarla en la cocina si no hiciste algo.

— Sabía que Harry, no podía hacer magia fuera de la escuela –mencionó simplemente y cruzándose de brazo mientras se apoyaba en la pared, una vez su madre desapareció de la vista– se molestó por dejarlo jugar a que creyéramos que nos podía convertir en murciélagos o asustándote al susurrar palabras.

— ¿Cómo lo sabías? –le preguntó entregando el bol con leche y cereal para que comiera– olvídalo, tu siempre sabes todo. Tu maneras tendrás.

Su hermana le entrego una sonrisa, sin verlo, su mirada estaba en el bol con cereal de letras viendo como su hermano le había dejado un love you.

No había una "t" así que formo un me loo.

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Eran cerca de las doce, medio día y Elizabeth salía de la cocina camino al recibidor donde sonaba el teléfono por segunda vez.

Prima Dursley ~Harry Potter~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora