5. Lobito Feliz

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El sueño se sintió completamente reparador, como si nunca antes hubiera descansado de una manera tan cómoda. Durmió feliz, algo que hace mucho no lograba con tal intensidad.

La mañana había llegado y, con ella, el canto de los pájaros que gustosos se posaban en el techo de su hogar.

Poco a poco su mente fue despertando, sin embargo, sus ojos permanecieron cerrados hasta que el resto de sus sentidos se aclararon. Puso total atención a los sonidos y las sensaciones, asegurándose que al abrir los ojos aún estaría en aquella bella habitación del día de ayer. Temía que al haberse dormido, regresara a su RA.

Se dedicó a sentir la calidez y comodidad de la cama, mientras escuchaba el movimiento de las hojas de los árboles causado por una ligera corriente de viento, para después centrarse en encontrar algún aroma que le indicara que seguía ahí. Al no captar ninguno cerca, lentamente y conteniendo la respiración empezó a abrir los ojos, topándose directamente con la pared de piedra que tanto anheló ver, soltó el aire acumulado y una tranquila sonrisa se formó en su rostro.

No perdió tiempo y en un santiamén ya estaba de pie dejándose llevar por la felicidad y haciendo unos cuantos pasos raros que pretendían ser pasos de baile, para después ser sustituidos por frenéticas vueltas y saltos.

-¿Algo te picó? - interrumpió una pequeña voz desde la puerta.

Harry la miró entre asustado y tímido, no la había olido llegar y, digamos que haberlo visto haciendo un ridículo festejo no ayudaba mucho.

-No es nada Gemms, solo estoy feliz - respondió mientras la veía entrar aún con un gesto de confusión.

-¿Por qué estás feliz? - siguió cuestionando.

-Porque te tengo a ti - se agachó a su altura para tomarla de las mejillas y repartir besos por todo su rostro - a mamá y papá.

La menor soltaba armoniosas risas hasta que su hermano dejó de besarla.

-Entonces también soy feliz - dijo animada mientras tomaba las manos del rizado y comenzaba a saltar junto a él a la par que giraban y reían.

-Veo que se divierten - esta vez interrumpió un sonriente Oliver.

-Somos felices, papi - respondió Gemma, agitada.

-Y amo que lo sean, pero debo interrumpirlos - se acercó a tocarle la nariz a la niña - tú, cachorra, debes ir a la escuela - la nombrada hizo un puchero. Esta vez se dirigió a Harry, revolviéndole los rizos - y a ti, cachorro, te busca Louis, está en la sala esperándote.

En cuanto le dio el recado tomó en brazos a su hija y la llevó a su respectiva habitación para alistarla. Harry, por su parte, hizo de su mente un lío, Louis estaba ahí y él ni siquiera se había duchado. Su corazón palpitaba rápidamente mientras dentro de si mismo sentía algo extraño, como si alguien le pidiera bajar ahora mismo y ver aquel azul de sus ojos.

Decidió que no haría esperar más al castaño, así que descartó la idea de tomar un baño para no perder tiempo, simplemente tomó algo de ropa cómoda y se dirigió al espejo para arreglar sus rizos, o al menos intentarlo. En cuanto estuvo satisfecho por el resultado y agobiado por aquel sentimiento en su pecho, salió casi corriendo de su habitación y bajó al primer piso.

A mitad de escalera pudo sentir ese aroma que se había vuelto en su favorito desde que lo olió el día anterior, mar y césped recién cortado, haciendo saltar a su corazón y, a lo que a partir de ahora reconocería como su omega. Al llegar abajo, se encontró con el ojiazul y su madre compartiendo un par de risas mientras bebían té, completamente absortos en su plática hasta que él joven pareció haberse percatado de su presencia, buscándolo con la mirada y visualizándolo casi de inmediato, conectando sus miradas que causaron una sonrisa en ambos.

OMEGA // Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora