20. Regreso A Casa

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Esta vez tuvo el sueño más corto y raro de su vida, en él simplemente desapareció su cama y cayó al vacío por un tiempo mientras veía a lo lejos un par de troncos caídos en medio del bosque.

Al despertar, mantuvo sus ojos cerrados, negándose a continuar enfrentándose a su día a día.

Sentía la luz del sol atravesar sus párpados. Cuando se movió para cubrirse de la luz, no pudo evitar toser gracias a la cantidad de polvo que sintió colarse por sus fosas nasales. Se sentó sobre la cama y abrió los ojos, buscando de dónde había salido el polvo, aunque grande fue sus sorpresa cuando, no solo encontró la fuente, sino que se topó con algo más.

Sobre él, lo cubría una vieja manta llena de polvo que sabía perfectamente a donde pertenecía. Era la manta de su habitación en su RD.

Enseguida, alzó la mirada y se encontró con una habitación qué hace años no veía ni siquiera en sus sueños. Esas paredes de piedra con una ventana colándose entre ellas. El closet y el escritorio de madera seguían igual que como los recordaba. La puerta que, si mal no recordaba, daba hacia un baño y, a la derecha, la de la salida.

Estaba atónito observando el lugar, sentía su corazón frenético y su garganta seca..

- Esto tiene que ser un sueño.

Con mucho cuidado, temiendo hacer un movimiento en falso, se puso de pie.

Desde ese nuevo punto de vista, notó algo diferente en aquella habitación. Polvo. Todos los muebles estaban cubiertos por una gruesa capa de polvo, se notaba a primera vista que no se había hecho limpieza ahí desde hace tiempo.

- ¿Es real? - susurró, pasando la mano sobre la polvorienta manta.

Era su habitación, la habitación de su RD.

Rápidamente se dirigió al baño, en busca de ese oscuro espejo que recordaba. Vio su reflejo un poco borroso pero pudo distinguir que ni era el niño de diecisiete años que había ido por primera vez, no, ahora ya no tenía esas facciones tan juveniles, se veía casi idéntico a su RA, excepto por el cabello, el cual lo tenía un poco más largo de lo habitual.

No esperó ni un segundo más cuando salió corriendo de su habitación, escaleras abajo. Llegó a la sala de estar y se percató de que estaba limpia, no había ni un rastro de polvo como en su cuarto.

-¿Mamá? - habló en voz alta.

Esperó por una respuesta, pero nada.

-¿Papá? ¿Gemma?

Nada.

Por primera vez en dos años, tuvo miedo. Ese temor porque su familia haya resultado herida durante la batalla lo atormentó de nuevo, tal vez por eso no había nadie en casa.

Además, tampoco dejaba de pensar en el cómo había llegado ahí.

Su cerebro estaba trabajando a mil por minuto. Tal vez era un sueño, uno muy realista. La teoría psicológica de sus clases no estaba ayudando mucho.

Entonces recordó su sueño. Recordó el par de troncos caídos y en seguida supo a donde pertenecían.

Corrió a su habitación, buscó una mochila y metió en ella el primer cambio de ropa que encontró. En la cocina encontró una pequeña soga, la tomó y salió de la casa.

Ya afuera, se quedó admirando el paisaje por unos minutos. Había nieve por todas partes, jamás había visto un bosque tan blanco. Recordó que no llevaba ningún tipo de calzado cuando sintió el intenso frío sobre sus pies, pero poco le importó eso.

Trotó hasta el inicio del bosque y, antes de adentrarse, se ató la mochila al tobillo izquierdo con ayuda de la soga, respiró profundo y sintió sus músculos estirarse y sus huesos moverse, se estaba transformando.

OMEGA // Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora