4. Final de partida parte 1

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[Nota del autor: En esta historia Enid y Merlina tienen 18 años. ]

En el centro de una grisalla, en la que una joven rubia y una chica de cabello negro se enfrentaban, se encontraba un tablero bicolor

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En el centro de una grisalla, en la que una joven rubia y una chica de cabello negro se enfrentaban, se encontraba un tablero bicolor.

—Jaque mate—dijo Merlina sin dejar de mirar el tablero.

—¿Qué? ¿En dos movimientos? — dijo entre resoplidos Enid.

—No cuidaste la diagonal—respondió la joven de cabello trenzado.

—Escoge— ordenó Merlina, quien ocultaba sendos peones en cada puño.

—Para qué, me vas a volver a ganar. Obviamente doy asco en este juego. Conozco otro: el póker ¿sabes jugar? —preguntó curiosa la señorita Sinclair.

—Conozco las reglas, pero no he jugado mucho.

***

—¿Qué te parece si apostamos? — preguntó Enid después de ganar la primera partida.

Merlina era imperturbable lucía como una pintura y permaneció así algunos segundos. Cuando se movió la joven de cabello corto retrocedió y casi gritó.

—Acepto—dijo la chica de trenzas.

***

Las pantaletas rosas eran la única prenda que Enid todavía podía apostar. Miró su mano y el intento de sonrisa se diluyó de su rostro.

—Dobló la apuesta—dijo en voz baja Merlina.

—Acepto. Quiero dos—dijo Enid.

—Yo tomó tres y doblo— dijo la joven Addams después de acomodar sus cartas.

—No voy—dijo Enid y puso sus cartas sobre la mesa.

La señorita Sinclair volteó la cara hacia el vitral de la habitación y el reflejo de la luz en sus ojos lucía como ascuas en el mar o brujas surcando un profundo cielo. Regresó el rostro y mostró sus tensos y delgados labios.

—Yo tenía dos pares, tú no tenías nada. Me volviste a engañar—dijo Enid.

—Blofear es parte del juego—replicó la chica de cabello negro.

—Cómo sea, no sé jugar ajedrez, me ganas en póker, no me puedo enlobar. Soy un fracaso y voy a morir sola.

***

Merlina recordó una tarde en la que su tío Lucas la venció en ajedrez y ella huyó. Se subió al techo de la mansión Addams, donde permaneció por horas hasta que su padre la encontró. Ella se negaba a bajar porque era una perdedora y no quería que la vieran los demás.

—La razón por la que perdiste, catástrofe mía, es porque tu juegas con el cerebro y tu tío no tiene uno. No puedes predecir que va hacer. Siempre hay juegos que no son para nosotros y en tu caso es el de las emociones. Algún día lo dominarás, pero no creo que sea pronto— le explicó Homero.

—Ese es un juego que no necesito— dijo Merlina y aceptó bajar con su padre.

—¿Cómo subiste hasta allá sin una escalera? — preguntó Homero.

***

—Hoy estoy contigo—aseguró la joven Addams.

—Estás mejorando en eso de animar personas— dijo Enid en una desconcertante mueca que insertaba una leve sonrisa en un semblante triste.

La chica de cabello corto se levantó de la silla y puso sus pulgares dentro de la última prenda que había apostado. La chica se inclinó ligeramente y deslizó su ropa interior delicadamente por sus bien torneados muslos hasta la altura de sus rodillas después los soltó y permitió que cayeran al suelo. Levantó el pie izquierdo y lo sacó de su prenda para después acercar el derecho a la cadera para poder tomar sus pantaletas con la mano y ponerlas en la silla con el resto de prendas apostadas. Al hacerlo dio la espalda a Merlina, quien miró la delicada silueta de Enid. Era delgada, pero no al grado de que se le marcaran las costillas y notó que sus piernas eran más carnosas. La redondez de sus nalgas era intrigante, la chica de cabello negro se arrepintió de no haberlas tocado en la oportunidad anterior, que probablemente iba a ser la única. Enid volteó a ver a la joven Addams.

—En que piensas, curiosa— preguntó Enid mientras miraba a la joven Addams de reojo.

—En una Venus Calipigia—fue la reveladora respuesta de la chica de cabello negro. La sangre se agolpó en su rostro.

—¿Te sientes bien? — dijo la señorita Sinclair mientras acercaba caminando con su innata elegancia y simultáneamente sus senos se balanceaban de manera casi imperceptible. Ese sutil movimiento no se escapó de la entrenada vista de Merlina— Tu rostro se ve raro, es casi como si tuviera color ¿te sonrojaste?

—Creo que me infecté de la peste negra, iré a la enfermería — dijo la chica de cabello trenzado y se dirigió a la puerta de estilo gótico, pero fue interceptada por Enid.

—No saldrás de aquí hasta que termine de pagar mi apuesta.

—Pero ya no tienes prendas.

—Tú doblaste la apuesta ¿recuerdas?

—Blofeaba.

—Pero ahora estoy en deuda y eso no me gusta. Así que tendrás que ser una buena amiga y darme una de tus prendas ¿Qué prefieres? ¿Blusa o falda?

Merlina miró fijamente a Enid. Su mente se quedó en negro, no el negro de la noche sino el de un calabozo. La consciencia de la joven Addams se encuentra prisionera en ese lugar y desde la profundidad un eco parece decir "siempre hay juegos que no son para nosotros y en tu caso es el de las emociones".

—La falda—dijo la chica de cabello trenzado. Enid la desabrochó y la deslizó suavemente y aprovecho para acariciar las piernas y nalgas de Merlina. Continuó bajándola hasta que había llegado al suelo. Merlina levantó un pie y luego el otro para quitársela por completo.

—Voy a la enfermería—dijo Merlina.

—¿Vas a ir en calzones?—dijo Enid mientras se reía.

Merlina fue a su lado del cuarto y comenzó a desabrochar su blusa sin decir nada. Se quitó el brasier y puso las prendas en su cama. Sintió como Enid la tomó de los hombros y la besó en el cuello. La joven rubia había mal interpretado las acciones de la chica de cabello trenzado que sólo quería cambiarse. La joven Addams dejó caer sus brazos a los costados y su cabeza ligeramente hacia atrás. Enid comenzó a bajar sus manos hasta llegar a los pechos de Merlina y comenzó a acariciar sus areolas en círculos y cuando tocaba casualmente uno de sus pezones la hacía estremecerse.

Enid comenzó a bajar sus manos hasta llegar a los pechos de Merlina y comenzó a acariciar sus areolas en círculos y cuando tocaba casualmente uno de sus pezones la hacía estremecerse.

  Enid comenzó a bajar sus manos hasta llegar a los pechos de Merlina y comenzó a acariciar sus areolas en círculos y cuando tocaba casualmente uno de sus pezones la hacía estremecerse

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🔞 Merlina: Qué está noche sea una sinfonía...(Wenclair) 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora