🔞 Merlina: Qué está noche sea una sinfonía...(Wenclair) 🔞

29. La petite mort parte 2

[Nota del autor: En esta historia Enid y Merlina tienen 18 años.]

Merlina se detuvo un momento para admirar la belleza de la sonrisa de Enid. La luz de la luna se filtraba por el rosetón y bañaba su rostro en un suave resplandor plateado. Merlina notó cómo los ojos de Enid brillaban con una intensidad de una cazadora nata.

—Espera—dijo Merlina mientras se separaba de Enid—. No quiero que pienses que todo esto es sólo por sexo. Quiero que sepas que quiero estar contigo por mucho más que solo una noche.

Enid sonrió y le acarició la mejilla gentilmente. Merlina notó que su piel se erizaba con el contacto de Enid, y que su corazón latía con fuerza en su pecho.

—Lo sé, Merlina. Yo también te amo y quiero estar contigo por mucho más que solo sexo... pero también por el sexo— dijo Enid con una sonrisa en la cara plena de amor y lujuria.

Las dos chicas se abrazaron y se besaron de nuevo, pero esta vez con mucho más amor y pasión que antes. Habían encontrado el amor en un lugar inesperado con la persona menos probable. Merlina se levantó y tomó la mano a la chica de ojos de zafiro, e intentó llevarla a su cama pero Enid se negó.

—No quiero ir a tu cama o a la mía porque no nos quedamos aquí, sólo trae una sábanas, la luz de la luna me pone de humor—dijo Enid y sus colmillos crecieron un poco.

La luz de la luna se intensificó, y Merlina pudo ver cada curva y contorno del cuerpo de Enid con una claridad asombrosa. Notó cómo su piel parecía brillar bajo la luz plateada, y cómo su cabello rubio resplandecía.

Merlina nunca obedece a nadie pero la visión de Enid sonriente era tan embriagadora que por un segundo inhibió su voluntad y fue por las sábanas y regresó al centro de la habitación.

—Tengo muchas ganas de probar todo lo que me enseñó Yoko—dijo Enid mientras veía a Merlina.

***

Merlina soltó las sábanas que traía y su gesto se torno asesino al oír la declaración de la señorita Sinclair. Cuando Enid mencionó a Yoko, Merlina sintió una oleada de veneno intoxicando su mente. Su cordura comenzó a diluirse.

—¡No!, no me malinterpretes. Me refiero a que me contó sus vivencias, ella es mi amiga y nada más.

Merlina se dio la vuelta y tomó las sábanas y rápidamente iba a regresar las a su cama pero la señorita Sinclair la abrazó y la besó suavemente en el cuello. Enid, por su parte, estaba radiante. Sus colmillos brillaban bajo la luz de la luna, y su piel parecía más pálida y suave que nunca. Merlina notó cómo su aliento se volvía más rápido y entrecortado.

—Eres única, eres la única. Te lo juro, confía en mí—suplicó Enid mientras miraba a Merlina.

—Confiar es contrario a mi naturaleza—aclaró Merlina sin voltear a ver a la chica de ojos de zafiro.

—Yo creí que ser amada era algo contrario a mi naturaleza pero tú me amas, por eso estás celosa—dijo melancólicamente Enid.

Merlina se separó del abrazo de Enid y la miró a los ojos. La chica de cabello trenzado notó cómo la tristeza de los ojos de Enid le era insoportable .

—Nunca he tenido miedo al enfrentar ninguna situación pero tengo miedo de perderte—dijo Merlina.

Enid le acarició la mejilla y la besó suavemente. Merlina notó que su piel se erizaba con el contacto de Enid, y que su corazón latía con fuerza en su pecho.

—No tienes que tener miedo de perderme, porque nunca te voy a dejar—dijo Enid con una sincera sonrisa en su cara.

Las palabras de Enid resonaron en las catacumbas de la mente retorcida de Merlina, mientras sus labios se unían de nuevo en un beso apasionado. La habitación estaba iluminada por la luz de la luna, que se filtraba por el rosetón y creaba un ambiente surrealista.

En el centro de la habitación, Merlina desplegó las sábanas blancas y se acostó junto a Enid, sintiendo el suave roce del tejido contra su piel.

Las manos de Enid se deslizaron por el cuerpo de Merlina, acariciando suavemente cada curva y cada contorno. Merlina gemía de placer mientras sus dedos se acercaba a su zona íntima, y se aferró a ella con fuerza.

—Te recortaste el vello de tu cosita—Comentó Enid con sorpresa.

—¿Cosita? ¿te refieres a mi vulva? sólo creí que sería mejor así—aclaró Merlina.

El aroma de sus cuerpos mezclados llenaba la habitación, una combinación de sudor y perfume que se fundía en el aire, creando una atmósfera de pasión y deseo. Las respiraciones se aceleraban y los corazones latían con fuerza, mientras las dos chicas se entregaban por completo a su amor.

Enid se separó un momento de los labios de Merlina y se puso de rodillas frente a ella, admirando su belleza desnuda a la luz de la luna. Luego, lentamente, comenzó a bajar por su cuerpo, besando cada centímetro de piel que encontraba a su paso.

Merlina temblaba de placer mientras Enid llegaba a su destino, y con sus manos expertas, comenzó a explorar su intimidad con delicadeza y habilidad. Los gemidos de Merlina se intensificaron, mientras Enid la llevaba al clímax una y otra vez, con una maestría que sólo una amante experimentada podía tener.

Los susurros de las chicas llenaban la habitación, mezclándose con el sonido de sus respiraciones agitadas. Cada movimiento, cada caricia, era una sinfonía disonante de placer que invadía sus cuerpos y desbordaba sus mentes.

El sudor perlaba en sus cuerpos desnudos, brillando a la luz de la luna y creando un aura de sensualidad y erotismo. Las manos de Enid se movían con una destreza increíble, había practicado en sí misma. Exploraba cada rincón del cuerpo de Merlina, mientras ésta se retorcía de placer bajo su tacto.

Los gemidos de Merlina se intensificaban, mientras Enid la llevaba al clímax una y otra vez, haciendo que su cuerpo se arqueara en un éxtasis incontrolable. Los labios de Enid se fundían con los de Merlina, mientras ésta se entregaba por completo a la pasión y el deseo.

Finalmente Merlina cayó exhausta, las dos chicas se abrazaron, sintiendo el latido de sus corazones en un ritmo pausado y acompasado. La habitación estaba llena de un silencio reconfortante, mientras la luna seguía iluminando el mundo exterior.

—Ahora es tu turno de hacerme estremecer—susurró Enid al oído de la joven Addams.