Capítulo 05 | Entrenamiento

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NETEYAM

Estaba tranquilo esperando sentado fuera de su Marui. Suponía que Ao'nung le buscaría esa tarde para entrenar o eso era lo que le había informado su padre el día anterior.

Y no se sentía particularmente encantado al respecto, aunque tampoco estaba en contra. Aún guardaba cierta manía hacia el heredero de los Metkayina, pero su rabia se había disipado luego de estar varios días en calma y sin imprevistos. Se había enfocado en sus hermanos, de forma que no le cabía otra preocupación encima. Nadar con Tuk, pescar y montar canastas, al igual que acompañar a Kiri a recolectar frutos, le tomaba más tiempo del que podía relatar. De igual forma tomaba parte de su tiempo libre para Lo'ak, quien extrañamente había dejado de ser tan irritante, y Neteyam estaba cien por ciento seguro de que si este no se estuviera  recuperando de sus heridas estuviese fuera ocasionando problemas por doquier.

Pero Tsireya le tenía el ojo encima, cuidándolo como si fuera un tesoro divino. Eso le parecía gracioso al hermano mayor. No sólo porque la hija de los líderes estuviera tan dispuesta a utilizar su tiempo en cuidar a su hermano, sino más bien porque sabía que su hermanito estaba de pies a cabeza loquito por ella. Cada vez que los dejaba solos Lo'ak se ponía nervioso y podía escuchar como internamente le pedía que se quedara. Porque por muy machito que se hiciera al meterse en problemas, estar con una chica a solas era peligroso para la reputación de su hermanito y Neteyam lo sabía. Es por esto por lo que amaba dejarlos solos y ver cómo la carita del otro se desinflaba en nervios mientras que la Metkayina le pasaba un trapo húmedo a su hermano sin cambiar de actitud.

Así pasaron esos días, él intentando ser un hermano presente y a la vez un buen hijo que cumplía con las expectativas predispuestas por ambos padres. Y eso en el fondo le molestaba, porque sabía que tenía sentido lo que se le pedía, pero a la vez sabía que sus padres no cumplían del todo con lo que se esperaba de ellos. Sabía que su padre estaba mal, pero nunca, ni en mil años, sería quién se enterara del porqué. Ni aunque espiara a la pareja podía escuchar qué era lo que tenía a sus padres decaídos.

Neteyam sabía que dejar su hogar había sido duro, al igual que refugiarse en una aldea con una cultura tan ajena a la suya y haber sido atacados incontables veces por los demonios del cielo que habían tomado sus apariencias. Pero todo eso no quitaba que algo andase mal, como si una espinita les estuviera molestando y no se fuera con el tiempo. Y le dolía la cabeza de tanto ponerse a pensar en ello. Quería relajarse, tomarse aunque fuera un día libre, no obstante, allí había mucho trabajo. Era tanto porque su cuerpo aún no se acoplaba del todo con cada labor ordinaria de los Metkayina. Estaba hecho para la tierra, las rocas y los árboles, no para el agua y la arena que se le metía entre los dedos y los trapos cortos que vestía.

Miró a su alrededor, observando como algunos de los locales iban y venían sin prisa realizando sus labores y suspiró.

Tiró una roca que había tomado minutos antes de sentarse a esperar, con su cabeza divagando en mil cuestiones sin respuesta aparente. Esta repicó un par de veces antes de hundirse por completo en el agua. Había contado seis. Sonrió por el nuevo récord establecido y apuntó en una nota mental decírselo a Lo'ak tan pronto se recuperara del todo.

Sintió como alguien se acercaba.

Al voltear vio a su acompañante de esa tarde, esta vez con todo el cabello suelto y mechones rizados cayendo en su rostro de una forma inusual. Se veía cansado, totalmente diferente a la última vez que hablaron en la jungla. Neteyam guardó silencio mientras el otro se acercaba hacia él con una velocidad ni muy rápida ni muy lenta, parecía totalmente exhausto, sin ganas de dar un paso más. El Omatikaya le miró desde abajo cuando el otro se había detenido a unos dos pies de distancia.

Poco Tolerable [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora