Capítulo 14 | No más entrenamientos

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AO'NUNG

Él era consciente de todo. Sabía que el Omatikaya odiaba sus supuestas bromas de mal gusto, pero siempre encontraba la manera de hacer alguna sin importar qué. Le gustaba molestarlo aún cuando sabía que se sobrepasaba en ocasiones. No sabía qué precisamente lo empujaba a hacerlo, pero terminaba una y otra vez sucumbiendo a ese deseo. Buscaba esa cercanía, buscaba tener toda la atención del chico en él y que le observara con esos ojos encendidos en enojo. Con una llama que le parecía ser tan llamativa e intensa, una que le hacía sentir como si el mundo girara entorno a ambos únicamente.

Se vio solo en la oscuridad de la noche, observando cómo el muchacho que lo tenía así se marchaba sin siquiera mirar hacia atrás. Quiso dejar de lado el deseo de ir tras él y saber qué sucedía. No quería saltar sobre Neteyam y hacerle preguntas que muy seguramente no quisiera responder. Cedió quedándose allí hasta que salió de su campo de visión y maldijo al aire.

Se acercó a la orilla, donde la arena y el agua del mar se juntaban. Insertó sus pies y dejó que el vaivén del agua pudiera distraerlo de lo que estaba sintiendo, porque no lo entendía del todo y comenzaba a frustrarse. Quería estar con Neteyam, pero al mismo tiempo no quería. Era como si su corazón y mente se antepusieran el uno ante el otro. Como si el deber lo apartara de lo que quería, aunque culpar al deber era ser un poco exagerados, o eso creía él. Y luego estaban sus padres. Maldita sea, pensó. Si pudiera dar atrás al tiempo lo haría sin dudarlo un instante para remediarlo todo.

Recogió sus piernas y las abrazó mientras cerraba sus ojos. El pecho comenzaba a ser más pesado de lo que nunca antes lo había sentido, su respiración comenzó a entrecortarse y su rostro se bañó de un río de lágrimas sueltas. No quería sentirse así, pero tampoco podía detenerlo. Había sido un idiota, su boca era más rápida que su mente. Había dejado salir incoherencias que hirieron a su compañero. Lo peor era que sabía que Neteyam no era una persona que buscaba la venganza, o al menos no de forma voluntaria. Eso lo hacía sentir inservible, como si lo único que pudiera producir fueran decepciones, enojo o disgusto. Se lo había buscado, pero aún así dolía.

Alzó la mirada al cabo de unos minutos donde había dejado salir su llanto silencioso. No podía detenerlas, salían por sí solas. Ni siquiera recordaba la última vez que se había sentido tan triste.

Suspiró.

—Eywa, perdón... perdón...—había estado tranquilo a medida que las lágrimas seguían cayendo; sin embargo, una vez habló, su voz comenzó a temblar.

Se sentía patético, como si demostrar lo que estaba sintiendo fuera un crimen. No quería, no quería maldita sea. Estaba comenzando a transformar su tristeza en enojo, cada vez incrementando un poco más. Se puso de pie y con sus manos apartó las lágrimas que mojaban su rostro.

Contempló el agua y no dudó en llamar a su Ilu. Necesitaba despejarse, no quería sentir lástima por sí mismo ni andar dándole vueltas a la misma situación una y otra vez como si ello fuese a cambiar el resultado por arte de magia. Ingresó al agua y cuando su Ilu estuvo presente lo montó y se perdió bajo el agua, aún cuando sabía que hacerlo podría traerle más problemas con sus padres. Esas no eran horas para ir a bucear, menos cuando ahora era aún mas peligroso.

Y se había perdido la cena otra vez.

[...]

Cuando llegó al Marui habían transcurrido un par de horas. Su madre le recibió de brazos cruzados y con un aura que solo podía significar problemas, pero a él comenzaba a darle igual. Miró a su madre entumecido del esfuerzo físico de todo el día, además del entrenamiento y el buceo previo. Ya no tenía qué más perder, su reputación estaba echa mierda hasta ese punto. No valía de nada intentar reconstruirla cuando Ronal le observaba de esa forma tan falta de amor y decepcionada. No había vuelta atrás, se había resignado.

Poco Tolerable [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora