Capítulo 11 | El Árbol de los espíritus

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NETEYAM

Habían transcurrido varios días luego de aquella noche. No había vuelto a hablar con Ao'nung y tampoco sabía cómo hacerlo. Y se suponía que debían reunirse para entrenar, pero Neteyam no quería ir. Prefería pescar todo el día y estar bajo esa irritante luz antes que encarar al otro.

Y la verdad era que no había sucedido nada entre ellos aparte de la noche de la fiesta, así que no tenía porque sentirse así, pero Ni'awtu le había comentado muchas cosas del Metkayina aquella misma noche y esto le habían hecho sentir ciertamente incómodo cada vez que se acercaba a él. No era culpa de Ao'nung, puesto que en realidad él no había hecho nada fuera de los insultos comunes y semblantes enojados. El Metkayina se había mantenido en su actitud de siempre y la nueva información que había recibido Neteyam era lo que había hecho que cambiase de cierta forma.

Ahora se encontraba caminando por la bella playa junto a Kiri, bajo una luz tenue, pues la noche se acercaba con la puesta del Alfa Centauri. La brisa lo mantenía fresco y quizás que algo tiritante. Las últimas noches habían sido muy frías, cosa la cual no había experimentado hasta llegar allí. No le disgustaba, pero se le hacía complicado dormir debido a ello y eso que Neytiri le permitía acurrucarse junto a ella e incluso sus otros hermanos, a excepción de Kiri, dormían siempre encima suyo. Supuso que era normal por el frío, además adoraba que sus hermanitos quisieran estar tan cerca de él. Tuk era quien lo hacía saber en voz alta y Lo'ak era simplemente Lo'ak.

—Entonces... ¿las cosas han mejorado?

—Eso creo...—Kiri le respondió mirando el suelo arenoso y con una sonrisa que aparentaba asomarse por la comisura de sus labios.

Neteyam lo notó.

—¿A qué te refieres?—y una sonrisa iluminó su semblante. Ver a su hermana así le parecía muy extraño, pero a la vez le llenaba el corazón en gran manera.

—¿Te acuerdas de lo que hablamos el otro día?

Neteyam asintió atento, Kiri le observó con el rabillo del ojo.

—He llegado a la conclusión de que extraño a Spider e incluso me preocupo muchísimo. Antes de dormir su imagen toma el control de mi cabeza, eso es innegable, pero—su vista se alzó completamente, para este entonces ambos aún seguían caminando por la arena helada y húmeda, y observó hacia una dirección sin desviar su punto de enfoque—Me siento conectada con Eywa de una forma que dudo ser capaz de poner en palabras...

Él Omatikaya mayor sólo pudo abrir los ojos intrigado, queriendo exponerse a plenitud ante todo lo que estaba escuchando e iba a escuchar a continuación. Su hermana no mentía y lo sabía, era el tipo de persona que cuando hablaba hacía la diferencia, que si decía algo era porque en realidad así lo sentía.

—La siento.  Como si de alguna forma me llamara... como si quisiera que viera algo...

—¿A dónde te lleva?

—Al Árbol de los espíritus, creo, pero no sé donde está, sólo sé que está cerca y que es un sentimiento abrumador.

—¿Vamos con los hijos de los jefes? Así les pedimos que nos lleven donde se encuentra su árbol, ¿Qué te parece?—todo le parecía alucinante, quería ayudar a su hermana a entender lo que le sucedía, pero a la vez intentaba entenderlo él mismo.

—Opino que sería lo más prudente.

—Entonces vamos.

Y ambos cambiaron la dirección de su andar hacia el Marui de los jefes de los Metkayina.

Aún cuando no lo dijera en alto su corazón latía muy deprisa. Él había dado la idea de ir hacia allí, pero rezaba a Eywa porque Ao'nung no estuviera y que su hermana fuese quien los llevara. Su mente le gritaba que se diera la vuelta, mas se reprimía puesto que su hermana era mil veces más importante que lo que sea que estuviese sintiendo. Suspiró al llegar y Kiri le miró tan rápido como le fue posible, era una mirada inquisitiva, curiosa; sin embargo, no reparó en él por mucho tiempo.

Poco Tolerable [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora