Capítulo 21 | Abrir los ojos

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TSIREYA

Perderlos a todos había sido muy duro. Los rostros de los familiares le desgarraban el corazón y ni siquiera podía ver a Lo'ak sin que se le estrujara el pecho.

Habían transcurrido varios días luego de la guerra. Todos estaban haciendo muchas preguntas, querían saber la razón de los hechos y ella también, pero no entendía nada. Sus padres debían saber lo que sucedía, en especial Ronal, mas no decían nada al respecto. Preferían guardar silencio, como si revelarlo fuera más peligroso que llevarlo a la tumba. Aunque Tsireya tampoco pensaba que las razones fueran negativas, al final había provenido de Eywa, La Gran Madre que todo lo sabe y ejecuta con gracia. Todo debía tener su razón.

Estaba haciendo sus labores, intentando no pensar tanto en ello, pero el constante ánimo que le rodeaba influía demasiado en ella. Tenía unos trapos en la mano cuando sintió la presencia de alguien más irrumpir su burbuja.

—¡Eh, Tsire!— Rotxo se le acercó, sus manos sujetando una canasta pequeña.

Tsireya volteó su rostro en su dirección y le sonrió. No estaba bien, pero él siempre conseguía animarla un poco.

—Perdona que te moleste, sé que ahora todo está un poco revuelto...— con una mano se rasco la nuca apenado, su rostro vistiendo una sonrisa. —Y se que quizás no sea el momento aún, pero quería hablar sobre tu hermano.

Ella asintió atenta a lo que tenía que decir, aún más cuando mencionó a Ao'nung.

—Lo que quiero decir es que... Me preocupa lo que pueda hacer. Kiri me habló de lo que hizo en el árbol de los espíritus y aunque no está muy segura de que fuera su intención, siento que es capaz de hacerlo.

—¿De qué hablas exactamente?—soltó lo que tenía entre las manos a la par que ladeaba la cabeza sin comprender la relación de nada.

Rotxo se acercó aún más, pero no la tocó, su rostro ahora serio, preocupado.

—Antes de lo de Neteyam, Kiri encontró a tu hermano en el agua,— hizo una leve pausa, intentando encontrar las palabras —lo vio y no luchó por salir. Tsireya, tu hermano pudo haber intentado...

—No, él no lo haría.

—Tsire,— esta vez soltó la canasta y con ambas manos sujetó sus hombros. —él no está bien, desde hace mucho que no lo ha estado. Siente mucha presión. Nadie además de ti y de mi lo apoyan en lo que quiere realmente. Ha muerto gente por él.

Y él murió por mi hermano, pensó con la mirada perdida sobre el pecho de Rotxo. Neteyam había marcado un punto importante en Ao'nung, se notaba y ella sabía con exactitud el cómo. Suspiró intentando organizar su mente ante lo dicho por Rotxo. Sabía que Ao'nung no estaba bien, él no era el mejor ocultándolo, pero también pensó que era momentáneo.

Y fue lo suficientemente egoísta como para creer que no lo haría por ella, que no intentaría quitarse la vida porque la tenía.

—Pero ahora está bien, está intentando seguir...— intentó convencerse vagamente. Sabía que no era cierto.

Rotxo negó, ella bajó el rostro contemplando la arena en el suelo.

—Lo que hizo Eywa lo empeoró. Ni siquiera sale del marui, está deprimido y todos solo pretenden darle tiempo. No va a mejorar así.

Guardó silencio mientras lo escuchaba, habían sido días duros para todos, más aún para Ao'nung, porque lo conocía tan bien como para saber que se culpaba. Y por mucho que doliera admitirlo, no se equivocaba del todo, pero no había nada que hacer.

—Tenemos que hacer algo, me duele verlo así. Cuando voy al marui no le importa. Le llevo cosas para animarlo y me encuentro con una pared.— nombró apartándose un poco de ella, su voz temblando ante el sentimiento que le causaba el rechazo de su mejor amigo y su situación. —Si tus padres no han hecho nada no es porque no lo vean, es porque les importa más su estatus y la aldea que su propio hijo.

—Ellos también la están pasando mal, eso no es justo...

—No voy a retirar lo dicho, Tsireya. Sabes que tengo razón, y quiero que salgas de esa burbuja en la que ellos te han encerrado. Hazlo por tu hermano, él sí merece tu empatía.

Rotxo se agachó y tomó la canasta entre sus manos otra vez. Sus ojos tristes, todo su cuerpo decaído. Tsireya lo siguió con la mirada, cada una de sus palabras recorriendo su mente, buscando llegar al lugar correcto.

—Bueno, solo quería saber si contaba contigo para hacer que mejore... ya veo que es más complicado que eso.

Él suspiró, Tsireya intentó parpadear para que las lágrimas no salieran.

—Quiero ayudarlo.

—Querer y hacer son dos cosas distintas.— ahora se mostraba un poco más frío hacia ella. —Es fácil hacer lo correcto cuando todo está bien. Ya cuando la gente sufre de verdad solo nos queda mirar, ¿no es así?

Se notaba rendido, había intentado encontrar un apoyo real en ella, no ese miedo bañado de resignación que se la tragaba viva.

—Los humanos no se van a rendir hasta que tomen nuestros hogares, las guerras no van a acabar a menos de que acabemos con todos ellos antes. Así que ponte de pie y haz algo por tu vida antes de que sea demasiado tarde y te arrepientas.

Le chocó escucharlo decir todo eso. Él nunca había sido así con ella ni con nadie que recordara. Estaba convencido de todo lo que decía, enojado con la situación, triste por como se estaba manejando todo y dolido por estar solo en esto. Debía hacer que ella entendiera, la necesitaba para sacar a Ao'nung de ese hoyo que continuaba haciéndose cada vez más profundo. Y sabía que ella podía, era una chica fuerte y decidida, aun cuando con su familia le costara.

Tsireya amaba a su hermano más que a nada en el mundo, siempre quiso lo mejor para él, siempre lo admiró. Sin embargo, nunca había enfrentado a sus padres, nunca había podido alzar la voz como él. Siempre estaba en una esquina para apoyarlo luego del problema, pero no otorgaba una solución. Lo sabía, había crecido con miedo a fallarles, miedo a no lograrlo. Todos lo confunden con respeto, pero no era cierto.

Dejaron que estuviera con Lo'ak, pero sus miradas decían mucho. Dejaron que siguiera con su vida, pero sabía que tan pronto Ao'nung fallara, ella tenía que ser el ejemplo. Siempre dulce, amable, comprensiva. Siempre había que bajar la cabeza al estar con ellos, morderse la lengua para llevar la fiesta en paz.

Comenzó a llorar sin hacer ruido, las lágrimas silenciosas delineando su bello rostro hasta desprenderse y caer al suelo. Lo intentaría por él, enfrentaría su miedo, alzaría la voz esta vez. Nunca había sido fan de los conflictos, los evitaba siempre, mas ahora era necesario.

—Sécate la cara... Puedes hacerlo.

Con su antebrazo apartó las lágrimas mientras asentía.

—Ahora necesito que respires.— su voz se suavizó aunque aún tenía una pizca de frialdad. —Es porque te considero mi amiga que te lo digo así, quiero que recapacites, quiero que ambos estén bien, pero para eso debes ser fuerte con tus padres también.

Tsireya respiró hondo aún secando algunas lágrimas que seguían cayendo. Rotxo contemplaba a su compañera en silencio, dándole el tiempo que necesitaba para organizar sus pensamientos.

—Entonces empecemos con Nung...— comentó ella tras tranquilizarse un poco.

Rotxo solo asintió y ambos se dirigieron al marui donde se encontraba el futuro Olo'eyktan.

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Gracias por leer.

Tenía que hacer un cap de estos dos sí o sí, y viendo la situación en la que está Ao'nung y Neteyam este era el momento oportuno.

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Poco Tolerable [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora