Capítulo 10 | Seamos francos

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AO'NUNG

Era un total idiota. Quería que Neteyam se quedará con él, pero no pudo decirlo en alto. Se sentía raro ya pensar en pedir pasar el rato con el Omatikaya como para decirlo en voz alta y hacer el tonto. No entendía nada de lo que estaba sintiendo. Simplemente quería desconectarse para no sentirlo y dejar que el tiempo pasara, mas su pecho ardía, sintiendo como si todo se le viniera abajo.

Su lenguaje corporal no invitaba a nadie a acercársele. Estaba serio, restringido y tenso a tal grado que quien lo viera pensaría que estaba esperando el primer tributo para lanzársele a la garganta.

Caminó perdiéndose en su mundo y recordando constantemente las palabras de su mejor amigo hace varios días atrás. Haciéndolo se sintió más liviano; sin embargo, su pecho seguía martillándolo sin pena ni descanso. Cada que el Omatikaya mayor pasaba por su mente la furia lo invadía. No entendía porqué él había llegado hace tan poco y ya estaba haciéndole la cabeza mierda. Además, cómo era posible que Neteyam pudiera tener una cita con Ni'awtu, cuando él, siendo el hijo mayor del líder y próximo sucesor, no pudo siquiera hacer eso.

Se alejó de todos en dirección a la jungla. Sus pies solo se movieron y él no tenía conciencia de dónde. Solo caminó sin destino, dejando que su cabeza volara sobre las nubes y cayera sin paracaídas al duro suelo rocoso rompiéndose en mil pedazos para volver a reconstruirse y llevar a cabo el mismo procedimiento una y otra vez. Sus manos estaban envueltas en un puño fuerte, con los nudillos pálidos, de un tenue y muy claro azul. El cielo oscuro con solo algunas estrellas iluminándole le hicieron recordar la noche en la que se encontró con aquella voz tan hermosa, con el mismo idiota que lo estaba haciendo enojar por simplemente existir.

Tuvo que apartar los ojos del cielo como si este le quemase, no quería seguir pensando en Neteyam, porque si lo hacía solo querría ir a buscarlo y reventarlo. Y sabía que eso estaba prohibido, herir a otro na'vi estaba en contra de las reglas del clan, lo sabía muy bien. Era irónico porque había ocasionado que a Lo'ak le sucediera lo del brazo, que aunque estuviera el día de hoy bien, no significaba que no había sucedido. Por lo que continuaba vez tras vez regañándose a sí mismo y cuestionándose el porqué de todo al cabo que el hijo mayor de los Omatikaya lo hacía sentir de formas indescriptibles.

Y allí lanzó un grito frustrado del que sólo Eywa fue testigo.

Luego de largos minutos caminando se tiró al suelo recostándose de un tronco. Cerró los ojos y se quedó allí. Estaba con sus pensamientos, con la brisa de la noche y los sonidos de los animales que yacían por allí en su hábitat. Quería hablar con su hermana, incluso con Roxto, pero la fiesta había comenzado a ponerse buena para ambos y lo había visto cuando se había retirado. Tsireya estaba riendo junto a Lo'ak, mientras que Roxto estaba con Kiri haciendo el tonto y, muy extrañamente, la chica estaba sonriéndole a su mejor amigo. No supo cómo o su mente no pensó adecuado interrumpir ninguna de las dos parejas. Así que ahora estaba con su soledad, escuchando su entorno mientras su mente daba mil vueltas una vez tras otra.

No se entendía a sí mismo, ni entendía nada. Estaba sofocado, su respiración era cada vez más pesada y anheló que Eywa se lo llevase para siempre.

No volvió a abrir sus ojos y allí quedó dormido luego de una hora o poco más. La brisa acariciándole el cuerpo fue lo que le ayudó a caer en aquel estado, dando como resultado que su mente dejase de ir a millón por segundo.

⎯⎯⎯⎯⎯⎯ ˳༄꠶ ⎯⎯⎯⎯⎯⎯

Era mucho más tarde aquella noche cuando una voz lo sacó de su sueño pacifico. Abrió de a poco los ojos bastante adormilado. No tenía idea de quién era el imbécil que le estaba interrumpiendo su tranquilidad, pero ya estaba enojado. ¿Para qué se iba tan lejos si igualmente alguien encontraría la forma de joderle?

Poco Tolerable [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora