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   La noche llegó

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   La noche llegó.
   Alex pasaría por mí en veinte minutos. Jimin había regresado al país luego de cinco años en el extranjero y daría una fiesta. Típico de él.
   Jimin ha sido nuestro amigo desde la preparatoria. Se convirtió en un empresario exitoso y ahora manejaba una nueva empresa con un nuevo socio.
   La fiesta era en un hotel lujoso de Seúl. No me gustaba este tipo de fiestas. Gente adinerada. Muchachas vistiendo vestidos de marcas renombradas. Cocteles de alto nivel. Miradas juzgadoras por lo que usas. Me gusta lo simple de la vida. Un picnic al aire libre. La remera que se convirtió en un pijama. Un vino tinto. El pelo recogido. Mirar las estrellas. El viento en la cara. Estar descalza. Conectar con la naturaleza. Pero esto se trataba de un viejo amigo y ahora lo posible por poner mi mejor sonrisa y encajar, por al menos unas horas, en esa sociedad falsa.
   Busque en mi armario el mejor vestido para la ocasión. Encontré uno que compre en Gucci hace más de siete años. Lo guardaba como si fuera oro y es que estaba segura que costaba más que eso.
   Con mucho cuidado de no romperlo, me lo puse. Me sorprendía que aún me quedara.
Alex pasó por mí en su auto. El mío decidió no volver a encender.

    Jackson se encontraba de pie junto a la entrada del hotel. Sonrió al vernos llegar.
   —Oye, bonito traje —elogié con una sonrisa al bajar del auto.
   —Bonito vestido, es de... ¿Gucci? —tomó mi mano para que girara.
   —Si.
   —Sí que quieres encajar —Alex soltó una pequeña carcajada.
   —No hay nada que me importe menos. Lo he hecho porque ya sabes cómo es Jimin —caminamos hacia el ascensor para ir al último piso—. Además, era el único vestido decente que tengo.
   — ¿Cómo creen que estará? Han pasado muchos años desde la última vez que lo vimos.
   — ¿Por qué? ¿Aun sigues enamorada? —Jackson codeó su brazo.
   — ¿Enamorada? ¿Cuándo he estado enamorada? —Alex sonrió nerviosa.
   —Ay, Alex. Era tan obvio que te gustaba, Jimin —recordé.
   —Era bonito, si —confesó la pelirroja—. Pero ya no siento nada. Ni recuerdo su rostro... —La puerta del elevador se abrió. Jimin volteó al escuchar el timbre que indicaba que habíamos llegado.
   — ¡Chicos! —el rubio abrió sus brazos para recibirnos. Había cambiado, claro que sí. Su cabello era claro. Usaba lentillas de color celeste en sus ojos. Parecía haber rejuvenecido a pesar de los años. Su traje color vino con brillos. Zapatos importados. Reloj de oro. Sonreí al acercarme. Nos unimos en un gran abrazo—. Leia, cuanto te he echado de menos.
   —Jimin, me alegro volverte a ver —me alejé para verlo mejor—. Te ves increíble.
   —Alex, preciosa —Jimin jaló su brazo para abrazarla—. ¿Cómo has estado? —las mejillas de la pelirroja se encendieron.
   —Muy bien ¿y tú?
   —Excelente ahora que los veo. ¡Jackson! —Abrazó a su amigo—. Por favor, pasen. Disfruten de la fiesta. Luego le presentaré a mi socio.
   Nos adentramos entre las personas. No tardaron en aparecer las miradas de aquellas chicas que parecían ser modelos.
   Gente bebiendo champagne en copas refinadas. Música y luces. Risas a los lejos. Pequeños círculos de personas teniendo diferentes conversaciones. Jimin pasaba algunos minutos con cada uno de esos grupos.

   La hora avanzó. Había bebido lo suficiente como para sentir mi cuerpo cansado. Las personas mayores se habían retirado. Jimin cambió la música a una más alegre para comenzar a bailar.
   A pesar de su fortuna y su nueva vida, Jimin seguía siendo aquel joven alegre y divertido que conocíamos. Se acercó para poder bailar con nosotros. Su saco color vino apareció cubriendo los hombros de Alex.
   Me alejé un momento de la pista. Necesitaba un poco de agua o vomitaría pronto.
La barra estaba repleta de gente que pedía diferentes tragos. Caminé hacía los baños. Algunas parejas estaban allí mientras se besaban desesperadamente.
  Bajé mi mirada para evitar sentirme incomoda entre tantos besuqueos. Choqué con alguien.   
   —Disculpa —lamenté sin levantar la vista.
   — ¿Te encuentras bien? —trato de buscar mi rostro.
   —Necesito agua —intenté esquivarlo. Tomó mi brazo y me guío hacia la barra. Observé su espalda. Caminó entre el bartender y sirvió un vaso de agua. Caminó hacia mí. La oscuridad y el efecto del alcohol no me permitían verlo bien.
   —Ten.
   —Gracias.
   — ¿Cómo te llamas?
   —Leia.
   —Bien, Leia. ¿Has venido con alguien?
   —Soy amiga de Jimin —señalé al grupo de bailaba en el centro de la pista.
   — ¿Te encuentras mejor?
   —Sí, gracias —por primera vez lo vi. Su pelo largo y oscuro. Ojos rasgados y mirada intensa. Sonrió. Sus dientes pequeños como los de un gato. Facciones adorables y hermosas. Me quedé como una idiota embobada entre sus ojos y labios. Él pareció notarlo.
   — ¿Segura? —asentí lentamente—. Has bebido mucho —negué. Él se acercó—. O sea que estas consciente ¿verdad? —volví asentir—. Bien, espero que recuerdes esto...
   Cerré mis ojos al sentir sus labios sobre los míos. Acarició mi mejilla con su pulgar. Yo rodeé su  cuello con mis brazos.
   Olvidé el lugar en el que nos encontrábamos. Las posibles miradas de mis amigos. Fue un beso perfecto, corto e intenso.
   —Lo recordaré —respondí al separarnos—. ¿Cómo te llamas?
   —Yo soy...
Las luces se apagaron. Al encenderse Jimin lo tenía abrazado mientras caminaban al centro de la pista.
   Me quedé viéndolos bailar. Embobada entre la música, el alcohol y aquel beso de este individuo cuyo nombre aun no sé.



Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora