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   El café era pequeño pero encantador

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   El café era pequeño pero encantador. Mis colegas se sentaron en una mesa apartada del resto. Me ahorré el tiempo de verles el rostro, fije mi mirada en el mármol blanco del piso.
   Saqué mi teléfono y verifiqué no tener ningún mensaje referido a Seung, supuse que Hoseok estaría sentado en su coche, leyendo algún libro mientras esperaba la salida de mi hijo.
   Miré la carta buscando algo que me gustara. El lemon pie se llevó mi atención y reanimo el hambre que traía.
   —Buenos días. ¿Qué van a pedir? —una dulce voz se escuchó a mi derecha. Levanté la vista. Ella ocultaba su rostro detrás del pequeño anotador, apenas podía ver sus ojos color caramelo.    La curiosidad controlaba mi cuerpo haciendo mover mi cuello como un gato intentado encontrar a su presa.
    — ¿Yoongi, estas bien? —Frank inquirió arqueando su ceja. Fui consciente de mi comportamiento y me reincorporé.
   —Si —acomodé la corbata de mi traje—. Yo quiero un cortado un trozo de lemon pie, por favor.
   La joven tomó nuestros pedidos. Estuve ansioso por el regreso con nuestras tazas de café. Supuse que ya no tendría su anotador y tendría el rostro libre de obstáculos.

    Regresó a los pocos minutos. Traía una enorme bandeja con los pedidos. Se inclinó para color las tazas sobre la mesa. Levanté la mirada cuando su cara quedó cerca de la mía. Evitó mirarme en todo momento. Lo supe, cuando sentí su perfume tan particular y dulce. Sus ojos tan inocentes y el rosado de sus labios. Era aquella chica que besé en la fiesta. No sabía su nombre, pero ahora que podía verla bien, reconfirmaba que era bella.
   Tenía una dulzura y simpleza que me atrapaba, pero fingí no conocerla. Antes de irse me dirigió una mirada. Por un microsegundo nuestros ojos conectaron, pero la corté en frío cuando Frank me habló.

   Afortunadamente la barra quedaba detrás de mí, impidiendo verla. Quería olvidar aquel beso. Olvidarme de ella. Era una moza, completamente alejada a mi estilo de vida. Aquel momento fue a causa del alcohol que había en nuestra sangre.
   Miré el reloj esperando que Seung llegará pronto. Me había comentado que este era el lugar al cual frecuentaba. Durante todo el tiempo de espera, rogué que esa muchacha no fuera quien robó el corazón de mi hijo y tal vez sea aquella pelirroja que trabajaba a su par. Sería realmente un caos tener que relacionarnos luego de lo que pasó.
   Frank y Anthony se retiraron luego de firmar unos papeles para cerrar un negocio. Fue en ese momento que escuché la voz del pequeño Min desde la entrada.
   — ¡Papá! —corrió a mis brazos con una sonrisa amplia.
   —Seung —lo tomé en mis brazos—. ¿Qué tal ha ido el colegio, campeón?
   —Muy bien papá. Aun no he hecho amigos, pero ha ido bien.
   —Ya los tendrás, hijo. No debes preocuparte —Hoseok apareció detrás de él—. Bien hijo, preséntame a tu amiga y así nos vamos a casa. Debo seguir trabajando —la sonrisa del niño disminuyó. Mantuvo una mueca forzada—. Luego de terminar mi trabajo jugaremos todo lo que quieras —él asintió sin ánimo—. Bien, ¿Quién es tu amiga? Es ella, ¿verdad? —señalé a la pelirroja negando, muy en mi interior, que sabía la respuesta correcta.
   —No, papá. Ella es Alex. ¡Hola, Alex! —gritó. La pelirroja giro e irguió su espalda. Sacudió su mano con una sonrisa y continuó limpiando la mesa. No había otra mujer aquí más que...—. ¡Leia! —Seung corrió hacia ella. Leia. Su nombre daba vueltas en mi cabeza—. Ven, él es mi papá, Yoongi —el niño la guio de la mano hacia mí. Hice una reverencia al tenerla frente a mí, ella me  imitó.
   —Señor, Min.
   —Leia. Un gusto —estreché su mano. Sus mejillas estaban encendidas. Estaba seguro, que al igual que yo, fingía no saber quién era.
   —No tengo tiempo de hacerte preguntas ahora mismo. Vendré pronto.
   —No necesita hacerme ninguna pregunta, señor —su semblante era serio—. Soy lo que ve. No tengo intenciones malas, nada más alegrar un poco los días de su hijo con mi amistad.
   —Lo entiendo —posé mi dedo índice sobre mi labio mientras le eché un vistazo. Analizando cada palabra—. Pero soy su padre. Entienda que debo saber quién es. No confio fácilmente en desconocidos.
   —Pues deberá aprender. Con permiso —se inclinó para darle una barra de cereal al niño y se alejó.
 
   Tomé la mano de Seung y caminé hacia la salida. Una voz familiar me llamó la atención. Giré mi cabeza hacia la izquierda y me encontré con quien ahora era mi socio.
   — ¿Jimin? —me acerqué.
   —Yoongi. ¿Qué haces aquí? —se puso de pie para saludar—. ¡Hola, pequeño! —revolvió el pelo del niño. Seung volvió a peinarlo con disgusto. 
   —He venido a cerrar unos negocios.
   — ¿Jimin? —Leia apareció detrás de nosotros.
   —Leia, cariño. Él es el socio del que te hablé. Con quien trabajo ahora.
Observé la mano en la cintura. La incomodidad de Leia. La sonrisa de orgullo de Jimin. Saqué mis conclusiones a partir de lo que mis ojos y la situación me permitían apreciar.
   Claramente Leia había participado de la fiesta porque era la novia de Jimin. Es por eso que el rubio me alejó de ella cuando las luces se apagarón, tal vez ha fingido no ver nuestro beso. Leia se sentía mal de haberle sido infiel a Jimin y es por eso que evita mirarme.
   Demonios, quería irme tan pronto como podía de allí. Solucionaría este problema cuanto antes, pero no frente a Seung y una docena de desconocidos que tenían la mirada fija en nosotros.
   —Bien, debemos irnos. Un placer —asentí con la cabeza—. Nos vemos el lunes, Jimin.

 Subí al auto. Seung se sentó atrás. Podía verlo por el espejo retrovisor.
   — ¿Es bonita, no lo crees? —el niño sonrió mirando a la ventana.
   —No lo sé, hijo. No le he prestado atención —mentí. Claro que le había prestado la suficiente atención como para notar el lunar en su mejilla derecha. Las uñas de un color nude y una delicada pulsera de oro en su muñeca izquierda. Le había prestado atención desde el día uno que la vi. En aquella fiesta. Cuando ingreso por el elevador. Su figura cuando bailaba sin que nada le importara con una botella de cerveza en su mano. Sus ojos cerrados y una sonrisa que me demostraba cuanto había disfrutado aquel momento.
   Era hermosa, pero solo quedaría ahí. Un recuerdo congelado del pasado. 

Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora