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   Solté un suspiro al apagar la alarma

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   Solté un suspiro al apagar la alarma. Me quedé mirando el techo por unos minutos. ¿Y si decidía faltar? Alex y Jackson podrían encargarse del café. No, no dejaré que Min y Tae me intimiden. Me levanté de un salto y busque algo en el armario. Recogí mi cabello y busqué mi auto en el garaje. Afortunadamente encendió. Pase por Alex y Jackson.

   El café no tardó en llenarse de los clientes habituales, eso mantuvo mi mente despejada.
La campana de la puerta sonó, volteé mi cabeza. Sonreí al ver a Jimin ingresar. Sus ojos recorrían el lugar.
   —Leia, has hecho un trabajo increíble con este lugar —se acercó—. Aún recuerdo cuando te ayudé a escogerlo. Creí que se caería a pedazos.
   —Nunca me subestimes, Park —codeé su brazo. Regresé a la barra, él me siguió—. ¿Qué quieres pedir?
   —Esperaré a Taehyung. Debe estar en camino.
   —Oh sí, me comentó que vendría.
   —Yo hubiera preferido otro lugar, Leia. Él fue quien...
   —Lo sé, Jimin. No te preocupes. Ven, te daré una mesa para ti y Tae.
El rubio se sentó en uno de los sillones rojos. Tomó la carta y di un vistazo. Nuevamente la campanilla sonó. Miré sobre mi hombro, Taehyung había entrado. Caminé rápidamente a la barra y me quedé allí atrás.
   El castaño saludó con un abrazo a Jimin. Sonreían alegres mientras conversaban. Se sentaron enfrentados. Taehyung giró y levantó la mano en busca de un mozo.
    —Ve Jackson —ordené.
   —Tengo que llevar este pedido a la mesa 3 —tomó la bandeja.
   — ¿Alex, donde estás?
   —Le está pagando al panadero. Me temo que tienes que ir tú —se encogió de hombros y me marchó con su pedido.
   Acomodé el delantal y fingí la mejor sonrisa. Caminé hacía ellos, Jimin ocultó sus ganas de reírse de mí.
   —Buenos días —saludé evitando la mirada penetrante de Taehyung.
   —Buen días —su voz grave resonó en mi cabeza.
   —Ahora sí. ¿Qué van a pedir?
   —Yo un cappuccino y un brownie —Jimin soltó la carta sobre la mesa.
   —Lo de siempre —Taehyung me entregó su carta.
   — ¿Qué es lo de siempre? —alcé una ceja.
   —Tú sabes... —sonrió.
   —No, no lo sé —sí, lo sabía bien.
   —Una taza de té y un brownie.
Regresé para preparar el pedido. No podía odiarlo, claro que no, pero su presencia me irritaba. Su sonrisa cuadrada y arrogancia lograban ponerme de mal humor.

   Caminé de regresó con la bandeja.
   —...y este fin de semana hemos tenido una fiesta en el yate —relataba el castaño—. Lleno de mujeres hermosas. Alcohol por donde veas. Música, fue increíble.
   —Con permiso —me incliné dejando las tazas. Taehyung hizo un movimiento para quedar cerca de mi rostro.
   —Me alegro que te hayas divertido amigo —Jimin observó la situación.
   —Desde que fundé mi empresa no hago más que vivir la buena vida. Ya sabes, nunca sabremos cuando vamos a morir, debemos disfrutar al máximo. Tú deberías hacer lo mismo, Leia. Vives trabajando aquí. Podríamos ir con el yate y celebrar en una isla.
   —No me interesa la buena vida, Taehyung —coloqué la bandeja debajo de mi brazo—. Soy feliz con mi trabajo y no hay nada que me importe menos que salir contigo en tu yate —sonreí—. Que disfruten.
   —Gracias, Leia —Jimin sorbió de su cappuccino para ocultar su carcajada.
   Idiota. ¿Acaso cree que podría ser feliz con solo el dinero? La gente no logra entender que hay más que los billetes y el lujo. Ser feliz con amigos, una pareja y con uno mismo. Disfrutar de la naturaleza y los buenos momentos. No necesito un maldito yate ni dinero para eso.

    Mientras la gente disfrutaba de su tiempo en el café, escribí en la computadora los pedidos para la próxima semana. Mi vista fue atraída hacia la puerta cuando sonó y lo vi entrar.
   El corazón se me detuvo. Quería esconderme detrás del monitor y no volver a salir hasta que él  se vaya. Quería creer que él no era quien yo pensaba. Que aquel hombre que besé en la fiesta de Jimin no era ese tal Min Yoongi.



Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora