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   Los días en la empresa se habían vuelto un tanto caóticos

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   Los días en la empresa se habían vuelto un tanto caóticos. Uno de los socios estaba en quiebra. Los productos no llegaban para las computadoras. Las ventas iban en pique. Todos aquí corrían de un lado a otro intentando solucionar todos los problemas. El dolor de cabeza era intenso.

    Sonreí al recibir un mensaje de Leia. Ella y Seung eran lo único colorido dentro de este mundo gris y tormentoso.
   Había pasado los últimos días con ella. Seung comenzaba a sospechar pero no me sentía listo para confesárselo.
   Me gustaba ir lento, era algo anticuado. A veces podía sentir como Leia se sentía menos importante de lo que realmente es y me odiaba por ser tan malo para demostrar mis sentimientos. Realmente sentía que la quería. Me hacía bien solo su presencia. Verla reír.    Disfrutar de las pequeñas cosas. Todo en ella era luz. Sin embargo no quería apresurarme y arruinarlo. No sabía cómo abrir mi corazón, tenía miedo de ser demasiado empalagoso. Solía ponerme un freno.

   Esta noche nos veríamos para comer en uno de mis restaurantes favoritos. Le pedí al dueño por favor mantenerlo abiertos solo para nosotros dos, no quería a nadie más. Sentía que podía ser el momento de ser más romántico y dar un paso más en nuestra relación. Formalizar, ponerle una etiqueta bonita a lo nuestro.

   Los beneficios de ser el dueño de la empresa era que podía salir en el horario que quisiera.
Manejé hacia el shopping. Tenía que comprar algunas cosas para el colegio de Seung.
   Una vez que tuve todo lo que necesitaba, una prenda en particular captó mi atención.
   La vendedora desvestía al maniquí. Reconocí el vestido que le quitaba. Era el que le había gustado a Leia. Me apresuré a entrar al local.
   No sabía su talla, pero estaba seguro de que le quedaría perfecto.
   Me lo llevé. Lo guardaron dentro de una bonita caja morada con un moño de seda.

    Antes de llegar a casa, me desvié hacia el edificio donde vive Leia.
Le entregué la caja al portero y le indiqué donde dejarla. Me encantaría dársela yo mismo, pero creo que sería mejor perderme su reacción y que sea una sorpresa. Verla esta noche con ese vestido y quitárselo para volver a hacerla mía.

    Hoseok y Carmela se harían cargo del pequeño Min.
Busqué una camisa negra y pantalones de pinza del mismo color. Mis zapatos lustrados esperaban al pie de la cama. Un reloj para adornar el look y perfume, el favorito de Leia. Según ella había confesado una noche.

   Tomé las llaves y pase por ella. Esperé fuera del auto para tener una mejor visión de su cuerpo debajo del vestido rojo.
A lo lejos la vi acercarse a las puertas de cristal. Ladeé una sonrisa y la recorrí con la mirada. De los pies a la cabeza.
   Sus piernas largas y brillantes, suaves y magnéticas. Dio una vuelta dejándome ver su espalda descubierta. Los pequeños lunares que la adornaban. Su escote, brillando por el iluminador que decidió ponerse, provocándome querer besarla justo allí.
   Tenía el pelo recogido, permitiéndome ver sus pequeños hombros y su cuello largo. Sus labios del mismo color que el vestido, resaltando el color miel de su piel. Sus ojos caramelos clavados en los míos. Tímida pero a la vez queriéndome seducir.
   —Te ves hermosa. Perfecta, Leia —confesé. Extendí mi mano, ella la tomó.
   —Gracias por el vestido, Yoongi —se acercó—. Tú también, te ves increíble —rodeé su cintura. En ese momento me olvide de ser reservado. La bese en la vereda, probando sus labios rojos. Leia acaricio el cabello que caía en mi nuca.
   — ¿Nos vamos? —Sonreí. Leia asintió.
Abrí la puerta del auto para que subiera. Rodeé el coche y manejé hacia el restaurante.
Lo presentía, esta noche sería un antes y un después en nosotros.

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Si saben que no todo es color de rosas, ¿no? 

Prepárense para el próximo cap   <3

Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora