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   El portero tocó a mi puerta

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   El portero tocó a mi puerta. No recordaba haber pedido algo.
Dejé la caja morada sobre el sofá. Yoongi no tardaría mucho en pasar por mí. Solía ser puntual y no creo que le agrade la idea de esperarme.

   Me encerré en la habitación para maquillarme y rizarme las puntas del cabello. Busqué un vestido, no tenía tantos para salir, eran muy casuales para este tipo de cena.
   Recordé que había dejado prendida la tetera. Corrí para apartarla del fuego. De camino a mi habitación para poder buscar algo decente, mi atención fue jalada por la caja morada. Noté la etiqueta que colgaba del listón, la reconocí al instante.
   Abrí la caja y entonces vi el vestido que había logrado enamorarme aquella vez que acompañe a Yoongi por el cumpleaños de Seung.

   Corrí para probármelo. Era más que perfecto. Observé el labial rojo sobre la mesa de luz. Quedaba bien con el tono del vestido.
   —Estoy abajo.
    Tomé mi bolso y me apresuré a tomar el elevador.
Lo vi a través de las puertas de la entrada. Apoyado sobre su coche.
   La camisa negra al cuerpo con las mangas arremangadas. El cabello largo y azabache peinado hacia atrás.
   Ladeó una sonrisa cuando me vio. Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo con lujuria.
Le agradecí el vestido. Él había notado cuanto me gustaba y me pareció un bonito detalle que lo haya recordado.

   Llegamos al restaurante. Luces tenues. Mesas con manteles blancos pero solo la nuestra tenía cubiertos. Un pequeño florero con una rosa roja. Copas y una botella de champagne.
Música clásica que ambientaba el lugar.
   — ¿Acaso pediste que solo seamos tú y yo? —interrogué una vez que se sentó frente a mí.
   —Tal vez —sonrió orgulloso de su poder.
   —Supongo que es uno de los beneficios de salir con Min Yoongi —tomé la carta—. Bueno, salir... es un decir, ¿verdad?
   — ¿A que te refieres? —Yoongi sonreía divertido.
   —Bueno —apoyé la carta sobre la mesa—. Tu y yo... esto... Lo que sea que somos.
   —Lo que sea que somos —repitió pensativo. Tomó mis manos—. ¿Tú que dices que somos?
   —No lo sé —respondí nerviosa—. Una especie de pareja, Yoongi.
   —Me gusta lo de pareja —se inclinó hacia mí—. Tal vez... podríamos serlo, ¿no crees?
   —Su comida —el mozo se acercó con una bandeja.
   —Pero yo no...
   — ¿Sabes? Realmente me sorprende cuanto sabe mi hijo de ti —Yoongi observó los platos de comida sobre nuestra mesa—. Me adelanté a pedir tu comida favorita. No me gusta esperar —se encogió de hombros.
   —Eres increíble —solté una pequeña carcajada. Tomé los cubiertos pero Yoongi me detuvo, obligándome a mirarlo.
   —Creo que ambos sabemos lo que somos o al menos lo que queremos ser. Me gustas Leia. Lamento si no lo demuestro lo suficiente, pero me gustas —me contuve las palabras. Yoongi se estaba esforzando por abrir su corazón ante mí—. Quiero que seas mi novia.
   — ¿En serio? —él asintió—. Me encantaría, Yoongi. Si, si quiero —apreté sus manos. Sus ojos y su sonrisa llena de dulzura.
   —Puedes trabajar en la empresa si quieres —desvió su mirada a la comida. Llevó un trozo de carne a su boca—. Así ya no serás una simple mesera —lancé el tenedor en el plato. Yoongi levantó la vista desconcertado. Fruncí el ceño ante su petición.
   — ¿Una simple mesera?
   —Es tu trabajo, ¿verdad? O he dicho algo malo.
   —Así que eso crees, ¿no? Que solo soy una simple mesera.
   —Amor, no es así. Es solo que tienes potencial para un cargo más importante. ¿Trabajar para otros? En mi empresa podrías tener un cargo interesante. Tienes potencial, no debes ofenderte por eso.
   — ¿Crees que mi trabajo es menos importante que el tuyo? ¿Qué soy una pobre idiota que sirve café y limpia mesas?
   —Leia...
   —Por eso no me has presentado frente a tus socios en aquella cena. Por eso tu reacción al saber quién era esa chica que besaste en la fiesta de Jimin, una maldita simple mesera.
   —No es eso lo que...
   — ¿Por eso compraste este estúpido vestido? ¿Por qué creíste que yo no podría comprármelo? —mordí mi lengua para evitar llorar—. Pues te diré algo Min Yoongi —me puse de pie—. Que tú me veas limpiar y servir café cada puto día no quiere decir que soy una simple mesera. Ese insignificante café que tú conoces es mío —Yoongi levantó sus cejas—. Sí, soy la dueña. ¿Y sabes algo más? La plata no debe ser razón para vivir llena de lujos pero tener una miserable vida por dentro. No me interesa el maldito dinero. Tampoco un jodido cargo en tu empresa. Soy feliz con mi café, donde también sirvo. Soy feliz de tener un estúpido auto estacionado en el parking de mi edificio porque prefiero caminar. Soy feliz porque al menos yo si se amar y disfrutar de la vida y no hundirme en la mierda que es la vida de rico.
   —Leia —Yoongi se puso de pie. Sostuvo mi muñeca.
   —Busca a alguien que este a tu medida, Yoongi. Ya vi que yo no lo soy —me zafé alejándome de él. Lo sentí detrás de mí. Afortunadamente los taxis pasaban por allí frecuentemente.
Le hice seña a uno y se detuvo. Yoongi intentó detenerme de nuevo.
   —No me vuelvas a buscar —ingresé al auto.

   Contuve mis lágrimas hasta que llegué a mi departamento. Dejé caerme contra la puerta una vez que cerré. Abracé mis piernas para llorar desconsoladamente.
   Me sentía insignificante. Sin importancia. Destrozada por la manera en que Yoongi me suplicaba con sus ojos que me quedará, pero sabiendo que no había nada allí.
   Me quité el vestido, lo guarde en su caja dispuesta a devolverlo mañana.
Apagué el celular luego de recibir las llamadas de Yoongi.
   Apagué mi mente para poder descansar.

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Bueno, acá es donde les digo que se va a poner tensa y dramatica la cosa <3   


Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora