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   Olvide la posibilidad que tendría que obtener un eterno dolor de cabeza durante la jornada de trabajo

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   Olvide la posibilidad que tendría que obtener un eterno dolor de cabeza durante la jornada de trabajo.
   La resaca parecía no querer irse de mi cuerpo. Aún seguía abombada por la noche anterior.
Afortunadamente la cafetería estuvo escasa de clientes hoy. Deje caer el peso de mi cuerpo sobre la barra cuando el señor Gonzales se fue, dejando el lugar vacío.
   —Recuérdenme no volver a salir un jueves —Jackson cayó sobre una de las sillas.
   —Apenas puedo mantener mis ojos abiertos —Alex echó su cabeza hacía atrás.
   —Nos quedan tres horas más y podremos irnos —mantuve mi cabeza oculta en el hueco que se formaba entre mis brazos y la barra.
   La campana de la puerta sonó al abrirse. Levanté la mirada rápidamente. Jackson y Alex se pusieron de pie.
   Sonreía al ver al pequeño Seung ingresar a la cafetería. Detrás de él aquel chofer que lo había pasado a buscar el día que lo conocí.
   — ¡Seung! —caminé hacía él. El niño extendió sus brazos buscando un abrazo.
   — ¡Leia! Quería venir luego del colegio. Espero no te moleste.
   — ¡Claro que no me molesta! Eres bienvenido las veces que quieras. ¿Qué quieres tomar? —el niño observó a su chofer.
   —Está bien. Solo por hoy Seung, sabes que lo tienes prohibido —Hoseok se quitó su sombrero y tomó asiento.
   —Una taza de chocolate, por favor —Seung dibujo una sonrisa.
   —Bien. ¿Usted quiere algo? —arquee una ceja.
   —Un cortado, por favor —me alejé—. Y dime Hoseok, no usted —sonrió. Por primera vez.

   Me senté frente al pequeño mientras degustaba su chocolate. Hoseok se mantuvo en silencio.
   —Le he contado a mi padre sobre ti.
   — ¿De verdad? ¿Qué le has dicho?
   —Que eres muy bonita —dio un sorbo. Intenté ocultar mi risa—. Y que eres muy amable. También que esta cafetería es muy bonita.
   —Pues, gracias, Seung.
   —De hecho, el señor Min quiere conocerla —Hoseok agregó—. Mañana tendrá una junta. Me ha pedido que por favor reservará una mesa. Luego de la junta, él planea hacerle unas preguntas para conocerla mejor.
   — ¿Preguntas? —me eché hacia atrás—. ¿Acaso desconfía de mí? Ni siquiera me ha visto.
   —Pues... —Hoseok recorrió todo mi cuerpo con su mirada. Alzó una ceja en desaprobación.
   —Dígale que venga, lo estaré esperando —fruncí el ceño.

   La idea de que ese estúpido señor Min quisiera hacerme preguntas como si se tratará de una entrevista de trabajo, me dio vueltas en la cabeza toda la tarde.
   Ni siquiera lo conocía pero ya me parecía un tipo odioso.
   Primero quiso darme su asqueroso dinero por haber salvado a su pequeño hijo, ahora quiere interrogarme. Maldito adinerado sin vida.
   
Mi celular sonó. Sequé mis manos luego de lavar los cubiertos y atendí.
   —Diga...
   —Leia, ¿Cómo estas, preciosa?
   —Taehyung, ¿Qué quieres? —encendí el altavoz y me serví una copa de vino.
   — ¿Estas ocupada, cielo?
   — ¿Es necesario que me llames así? Te recuerdo que ya no eres mi novio.
   —Lo sé, siempre me lo recuerdas.
   —Bien, ¿Qué quieres?
   —He oído que Jimin ha regresado. ¿Es cierto?
   —Si. ¿Por qué te interesa? Por lo que sé ya no son amigos.
   —Lo somos, créeme. Hemos tenido nuestras diferencias, pero somos amigos aún.
   —Bien por ti. Adiós, Tae...
   — ¡No, espera! —resoplé. No toleraba escuchar su voz—. Resérvame una mesa para mañana a la tarde. Iré con él para conversar sobre algunas cosas.
   —Llama mañana por la mañana. Alex reservará tu mesa, no estoy en horario de trabajo. Adiós.
   —Leía... —corté la llamada.
Lo que me faltaba. Un ex que no ha logrado superarme, reaparece luego de meses sin hablarme. Sentía que los idiotas comenzaban a rodearme.
   Quería descansar, no pensar en nada que alterara mi sistema nervioso y subiera mi presión hasta por las nubes. De solo pensar que mañana vería el rostro de Taehyung nuevamente, y tendría que soportar las preguntas del señor Min, me producían nauseas.

Enseñame a amar - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora