Manuela elevó otra vez la vista al cielo un poco impaciente por mi falta de entendimiento, parecía tan simple para ella, yo que la conozco bastante bien, se que ella es liberal en todos los aspectos de la vida, una mujer muy hermosa, de esas que hacen caer de rodillas a cualquier hombre, me imagino a su hijo adolescente delante de esta estatua de belleza femenina totalmente desnuda, su piel es esplendente, su cuerpo voluptuoso y perturbador, delicioso de contemplar.
Puedo sólo imaginar la reacción de su hijo ante la vista del cuerpo de Manu, también sé que ella mantiene su vagina perfectamente depilada, así que ese niño tenía a la vista su mamá desnuda con su vagina exponiendo esos labios gruesos, protuberantes y lustrosos, yo que le he visto su vagina varias veces, he quedado fascinada por el resplandor cuándo camina.
— Mi niño me miraba un poco atemorizado, le dije que teníamos que hablar, después tomé su mano y le expliqué que no estaba bien que el entrara a mi habitación a escondidas sólo para verme desnuda le di a entender que él me podía ver desnuda en cualquier momento, nadie debería avergonzarse de su cuerpo o inhibirse por reaccionar ante algún tipo de excitación, incluida la propia madre es natural que un chico de su edad sienta curiosidad por el cuerpo de una mujer y prefiero ser yo a instruirle en modo correcto, antes de que aprenda tonterías pervertidas en revistas pornográficas.
Conociendo a Manuela, ya no me parecía tan extraño que ella haya resuelto de ese modo para con su hijo.
— ¡Y él! ¿Qué dijo tú hijo de toda esta charla?
— ¡Sé quedó en silencio por largo rato trataba de ocultar su erección!
— ¿Cómo? ¿Todavía lo tenía erecto?
— ¡Y bien durito que lo tenía! Continuaba a mirarme mis senos y mi entrepierna, cómo yo estaba sentada a su lado no podía ver nada.
Le dije que también yo me masturbaba cuándo sentía deseos,todo el mundo lo hace, no debes tener vergüenza de ello es natural y que estaba bien hacerlo en la seguridad de su propio hogar.