XXII

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Noté que había una gran pero gran erección en la pijama de mi hijo, lo peor fue que él se dio cuenta que yo estaba mirando su entrepierna.

— ¿Qué quieres decir con que ya lo hicimos?  Anoche fue la primera noche que no me tomé mis pastillas para dormir, no puedo quedarme dormida sóla en mi cama.

— ¿Deberás? ¿Y también así de repente decidiste dormir desnuda?

—Bueno … Sí

— Mamá, pero si eres una gran puta.

—No tienes ningún derecho a hablarme así.

Dándole un bofetada por ésa falta de respeto.

— Soy tú madre, no lo olvides Francisco.

Entonces, él me sorprendió jalándome del brazo violentamente y comenzó a besarme.

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Me resistí con todas mis fuerzas, pero él tiene el físico de su padre, es mucho más alto que yo, me sostuvo con fuerzas, es tan alto cómo su padre, grande como su padre, fuerte cómo su padre, su boca presionaba mis labios y trataba de introducir su lengua.

Agarró el borde de mi blusa y la tiro tan fuerte que los botones saltaron, con un rápido movimiento me la quitó de encima, después agarro la parte frontal de mi sujetador y de un sólo tirón lo rompió.

Se suponía que debíamos sentarnos a hablar y no debería estar aquí luchando con él mientras me sacaba la ropa, lo que Manuela lo había explicado todo cómo una cosa tan natural y fácil, me estaba preguntando en que parte me equivoqué.

  Por ahora me tenía entre su cuerpo y el refrigerador ya tenía los senos afuera las cuáles succionaba, mordía y jalaba mi pezón con demasiada fuerza.

— ¡Oh, mamá! … Eres tan hermosa … Tus senos me enloquecen.

— ¡Hijo, por Dios!

— Mamá dejar de luchar  sabes que tú también lo quieres  sabes que quieres mi pene dentro de tí,  sólo dilo sabes que mi pene es grande cómo la de mi padre.

— ¡No! … ¡No! … ¡Soy tú mamá!

Me resistí, pero tomó mi rostro con sus fuertes manos y me obligó a mirarlo a sus ojos, para mí era cómo mirar los ojos de su padre, se parecía tanto a mi Joaquín.

— ¡Dilo maldita sea!  ¡QUIERO TU PENE DENTRO DE MI!  ¡Dilo!

Sentí que su mano se metió entre los pantalones de mi pijama y agarró mi braga tirándola violentamente, rajándola de un solo tirón, las puso frente a mis ojos y la vi volar detrás de mí, estaba prácticamente desnuda en los fuertes brazos de mi hijo.

— ¡Dilo, mamá! … ¡Lo quieres … yo sé que lo quieres … No te resistas y deja que suceda.

— Yo … yo … umh.

— Yo … yo … umh

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La Sumisa De Mi Hijo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora