Estaba sudada de tanto esfuerzo, pero al mismo tiempo me mojé, me excité estando aprisionada en sus brazos, mirando ésos ojos profundos que me traspasaban el alma, entonces sentí sus dedos separando mis labios mayores y luego penetrando mi vagina.
Me mordí los labios para no gemir, me penetró con sus dedos por algunos minutos, yo ya no luchaba me encanta lo que estaba haciendo, escondí mi rostro en su cuello dejándole unas ligeras marcas, luego él bajo su cabeza a lamer mis pezones que ya estaban demasiado erectos, a mi vientre, metió su cabeza entre mis piernas y me lamió toda mi vagina estaba goteando, voluntariamente levanté mi pierna y la coloque en su hombro.— Dios mío … ¡Oh, Panchito!
No podía creer lo que estaba pasando, no podía creer de excitarme tanto con mi hijo, se parecía tanto a su padre, me recordó tanto a mi esposo que no pude seguir luchando, me entregué a él, me dejé llevar cómo lo hacía con su padre, mi hijo chupaba y lamía mi clítoris provocándome espasmos de placer inaudito, él estaba bebiendo mis jugos vaginales como solía hacer su padre.
— ¡Oh, sí! … ¡Dios mío! … mi pequeño bebé, sí ¡Cógeme! …. ¡Oh, Dios! … ¡Ahora!
— Eso es lo que quería escuchar mami.
— Sí, cariño … Hice feliz a tu padre y también te haré feliz a ti … Ven aquí, súbete y penetrame.
— Sí, mami te daré mi gran pene, pero quiero correrme en ti, estoy cansado de masturbarme sólo viéndote.
— Esta bien, hijo … Yo también quiero que me des todo tú lechita.
En su propia cama mi hijo se colocó entre mis piernas abiertas de par en par y mientras su boca se posaba en mis labios, su pene comenzó a hundirse en mi vagina, me corrí casi de inmediato, era tanto el tiempo que no sentía un gran pene que no fuera el de mi marido dentro de mí que me hizo alucinar en una serie de orgasmos, luego me puso en 4 mi posición favorita, rompió mi braga con furia y me azotó con dos nalgadas,cómo me encantaba que mi marido me pusiera así y me diera duró por el culo.
— Mami, siempre he alucinado con tu culo quiero coger tú hermoso culo, mami.