XXIV

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Diciendo éso, Francisco sacó de mi vagina su pene encharcado de mis fluidos y lo presentó a mi orificio anal, pronto comenzó a forzar mi estrecha y apretada grieta, apoyé mi rostro en su almohada y me abrí mis glúteos con ambas manos, di unos gemidos de placer y dolor sintiendo la fuerza de su masculinidad ensanchando mi canal anal, luego me enderece para poder empujar mi trasero contra su pene.

— ¡Oh sí! Mamá, me encanta así, quiero ver tus enormes senos mecerse mientras te hago mía.

— Entonces mi niño, dame  más fuerte, así se balancean más.

— Oh mami! … Tú trasero está tan rico y apretadito … ¿Por qué no lo hicimos antes, mami?.

Dándole unas cuántas nalgadas a su madre.

— Ya nada importa, mi bebé … lo estamos haciendo … cógeme que ahora soy toda tuya.

— ¡Oooohhhh mami! … ¡Me voy a correr, mami! … ¡Maaamiiiiii, ssssiiii!

— Dámela toda … ¡La quiero toda hijo!

Sentí sus chorros calientes llenando mi ano, era una copiosa carga de su semen que llenaba mis vísceras, yo también lo sentía rico, estaba siendo sumisa cómo con su padre, goce con cada chorro de semen que descargó dentro de mí, sentía la tibieza y las pulsaciones de su tremendo miembro.

— ¡Oh mami, por Dios que ha rico ha sido… eres espectacular, eres la mejor, mami! ¡Te amo mamá!

— Sí mi bebé, ven aquí,yo también te amo mi niño.

Me giré y él se colocó entre mis piernas, tomé su pene suave y todavía erecto, metiéndolo en mi vagina caliente y deseosa por volverlo a sentir dentro de mí, no lo quería fuera de mí, para asegurarme de ello, lo amarré con mis piernas, lo quería sentir dentro de mi por siempre, mientras él recuperaba su respiración y besaba mí cuello y él lóbulo de mi oreja, pensé en su padre que ya no está conmigo, pero sintiéndolo a él dentro de mi es cómo si su padre fuese vuelto, se parece tanto a él, con esa fuerza impetuosa, enérgica y ansiosa y tan bueno para mí. 

  Cuándo me penetró es como su padre, su pene se siente igual, ahora soy de él, le pertenezco a él cómo le pertenecí a su padre, de pronto me sentí tan feliz, me desvanecí en esa dicha.

La Sumisa De Mi Hijo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora