Sentí extraño aspirar una bocanada de aire y gemir, murmurando placenteramente, quien quiera fuese estaba complacido con la vista de mis redondas exuberantes senos, me estaba sintiendo un poco inquieta y molesta por ser observada así tan descaradamente, hubiese querido cubrir mis senos, pero me retuve y permití al desconocido de regocijarse y gozar la vista de mis glándulas mamarias.
Repentina, pero suavemente las mantas fueron retiradas de mi cuerpo, permanecí en la misma posición, mi cuerpo estaba completamente expuesto al intruso, la respiración del usurpador aumentó considerablemente, el sonido era inconfundible, se estaba masturbando frenéticamente y estaba a punto de correrse.
Yo seguía inmóvil, pero mi respiración se había vuelto agitada e inconscientemente levanté mis tetas hacia el desconocido, sentía mi panochita hirviendo y mis jugos emanando libremente, el desconocido podía verme y oler mis fluidos, sentí su mano en mi vientre, me tomo una teta y comenzó a restregar su pene en mi pezón, luego pellizcó mi otro pezón tironeándolo, después se puso a horcajadas sobre mi y con su pene en medio a mis tetas comenzó a follarlas con fuerza, la venda seguía cubriendo mis ojos, pero yo estaba gimiendo sin control, ¿Cómo podía pensar que estaba todavía durmiendo? Pero no hice ningún movimiento, no quería que se detuviera, sé que estaba mal, pero mi mente divagaba por los senderos de la lujuria y lo único que quería que me penetrara.
Imposible de continuar inmóvil, gemí y moví mi cabeza hacía la desconocida figura, está se detuvo, salto de mi cama y escapó por el pasillo.
Me saqué la mascara de mis ojos y me encontré en una habitación sóla, sin nada, sólo esa sensación formidable de su pene aprisionado entre mis pechos sudados y humedecidos por la lubricación de su semen.
Me sentí muy nerviosa, pero estaba cansada y todavía caliente, me bastaron dos masajes en mi clítoris para que corriera abundantemente.