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Serie: TortillaLand #2.
Contiene: Soft.





















Reborn siguió con la vista a Auron, quién luego de tener una pequeña discusión con Juan, se retiró del parlamento con la furia quemando su pecho.

Los presentes miraban a Juan con desaprobación.

Después de todo, había iniciado una discusión con Auron por una tontería.

Todo había quedado en silencio, hasta que cierto híbrido caminó hacia su pareja para reprochar la actitud infantil que adaptó hace minutos atrás.

Por su parte, Reborn se levantó de su asiento en un intento de que nadie lo viera, pero una mano hizo que se volviera a sentar.

— Amigo, es inútil que intentes hablar con Auron en ese estado. — Soltó cierto lobo de pelaje grisáceo, logrando que el menor apretara sus labios. — Auron no querrá hablar con nadie hasta que se le pase el enojo.

— Lo sé. — Suspiró.

— Ni Biyín puede hablar con él cuando está molesto, es mejor que esperes a que se le pase. — El lobo esbozó una pequeña sonrisa.

— Lo sé. — Repitió, soltándose del agarre de su amigo.

Salió con rapidez del parlamento, para correr hacia la casa de Auron.

En el fondo sabía que el de la flama en el cabello, lo necesitaba en esos momentos.

Y después de unos segundos, se detuvo frente a la entrada de la bonita casa.

Golpeó la puerta de retina y sabiendo de sobra que el mayor no respondería, lo hizo dos veces más.

Para luego poner la respectiva contraseña y adentrarse en la casa, viendo a Auron en su cama.

Reborn cerró la puerta tras él con cuidado.

Al moreno no parecía importarle que el menor estuviera allí.

No tenía intenciones de mirarle y aquello provocó que un puchero se formara en los labios del castaño.

Esa mañana había sido un desastre para Auron.

Parecía que todo estaba en su contra y lo único que quería, era estar solo.

En un intento de no discutir con nadie.

Pero no fue así, había discutido con Juan y su mal humor salió a flote.

Logrando que decidiera encerrarse, con tal de no ver a nadie.

Siempre que se molestaba, los demás no intentaban acercarse a él.

Ya que Auron no se molestaba en hablar o siquiera, dirigirles una mísera mirada.

Con el tiempo, aquello se convirtió en algo triste para el del mechón.

Pero no se quejaba del todo, al menos podía estar en paz por un par de minutos.

Reborn se sentó en el borde de la cama, mirando al moreno y notando cómo le ignoraba por completo.

Apretó sus labios, antes de acomodarse junto al del mechón para apoyar su cabeza sobre su hombro.

— No quiero que te sientas así, Auron. — Habló en
un tono suave, mientras buscaba el calor corporal
del contrario. — No me gusta verte así, no quiero verte así.

— Reborn... — El más bajito se removió. — ¿Sabes que lo que estás haciendo solo provoca que quiera abrazarte? Porque honestamente, te ves demasiado tierno intentando que mi enojo se vaya.

— ¿Pero funciona?.

— Claro que funciona. — Rió levemente, antes de acomodar al menor contra su pecho. — Me gusta abrazarte... Creo que es la sensación más hermosa que he experimentado en mi vida.

Reborn sonrió ante lo dicho por el mayor.

A él nunca le ha gustado el contacto físico, pero desde que Auron llegó a su vida, eso cambió por completo.

— A mí me gustan tus abrazos. — Murmuró el más alto, pasando su brazo izquierdo por la cintura del contrario. — ¿Auron?.

— ¿Sí?.

— Me agrada que de cierta forma, yo sea el único capaz de calmarte con un simple abrazo... — Dijo, haciendo reír al moreno. — Pero igualmente, odio verte así.

— Yo nunca te he visto enojado. — Murmuró Auron, frunciendo el ceño.

— No me gusta demostrarlo... Es algo raro, solo no quiero que la gente se preocupe por mí cuando me pongo así.

— Pero eso es lindo, Reborn.

— No mucho... A veces quiero desquitar mi enojo a golpes, pero otras veces siento ganas de correr hacia ti y pedirte que me abraces. — Confesó el castaño, hundiendo su rostro en el pecho del más bajito.

— ¿Te da vergüenza pedirme abrazos?. — Inquirió el moreno, deduciendo lo que sucedía.

— Un poco. — Susurró el contrario.

— Nos conocemos hace dos años, Reborn. — Soltó Auron, con el ceño fruncido. — Puedes pedirme todos los abrazos que quieras sin problema.

— Lo sé, pero igual me da vergüenza. Sabes que aún me cuesta demostrar mis sentimientos.

Auron suspiró, entendiendo a Reborn.

En un intento de reconfortarlo, lo acercó más hacia su cuerpo. Aquella acción provocó que sus rostros quedaran más cerca del otro.

El del mechón sonrió con cierta emoción, al ver los ojitos marrones de Reborn.

Estos le observaban con un brillo que nunca antes había visto, parecía que con una mirada le decía lo mucho que le quería y adoraba.

— Te abrazaré siempre que quieras, siempre que lo necesites. — Dijo el mayor, logrando que los ojitos se Reborn se achinaran por la sonrisa que apareció en sus labios.

— Eso no suena nada mal. — Pronunció el castaño, acomodándose mejor en la cama para que la cabeza de Auron quedara sobre su pecho. — Me gusta mucho la idea, porque abrazas bonito.

— ¿Cómo es abrazar bonito?. — Preguntó Auron, con el ceño levemente fruncido.

— Me haces sentir en mi hogar cuando te tengo entre mis brazos. Eso es abrazar bonito, es cálido y reconfortante. — Explicó con una sonrisa.

— En ese caso... — Hizo una pausa. — Tú también abrazas bonito.

𝐌𝐂 𝐎𝐍𝐄-𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒  ⭑  𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍𝐏𝐋𝐀𝐘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora