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El auto de Dante se detuvo frente a la casa del rubio después de haber ido a dejar a Noah a su casa, Prince miraba el portón negro a través de la ventana del auto.

—¿Prince?

El mencionado de giró encontrándose con la mirada del castaño sobre el.

—¿estás bien?

—a-ah, si si, gracias por traerme Dante.—le sonrió quedito.

—no te preocupes.

—Aam... ¿no quieres... bajar un rato?—señaló su casa, Dante abrió los ojos algo sorprendido.

—¡no no no! No te preocupes yo...

—mis papás no están, están en un evento del trabajo de mi padre, aam, me gustaría algo de compañía... por favor.—pronuncio casi suplicando, y por supuesto, Dante no podía decirle que no, no a Prince.

Además, Prince se veía tan mal, como un pequeño gatito sin hogar en busca de un poco de afecto, y Dante no iba a negarse a dárselo.

—está bien.—aceptó.

Ambos bajaron del auto entrando a la casa, Alice se acercó rápidamente a confirmar que el menor había llegado.

—¡joven Prince! ¿¡Que le pasó!? ¿¡Está bien!?—se alteró al verlo despeinado, con ropa que no era suya y con una carita de perrito atropellado.

—si Alice, no te preocupes, un pequeño accidente... aam, voy a bañarme, Dante, ¿prefieres esperarme en la sala o en mi habitación?

—aam. Como gustes.—respondió nervioso.

—en mi habitación entonces, Alice, este es Dante, un amigo de Lincoln ¿podrías subirle un vaso con limonada?

—claro joven Prince.

—oh no, no es necesario...—dijo Dante pero el rubio solo lo ignoró.

—ven, vamos.—Prince tomó la mano de Dante y lo llevó hasta su cuarto.

Prince abrió la puerta soltando la mano de Dante y yendo hasta su closet.

—bienvenido, puedes sentarte en mi cama si quieres, o en el sillón.—señaló el sillón al lado de la puerta de cristal que daba al balcón.—como te sientas más cómodo, aam, yo iré a bañarme rapidísimo, ya regreso.

Prince ni siquiera le dió tiempo de responder cuando ya se había metido al baño, Dante se quedó solo observando el cuarto del rubio, era grande y espacioso, con paredes color celeste y piso de madera café, una cama grande de dos plazas con un montón de cojines esponjosos, un gran closet de madera blanca, su escritorio bien ordenado con su laptop encima, un librero, repisas con fotos y peluches, cuadros colgados encima de la cama, un lindo sillón y un gran ventanal que daba hacia el balcón.

Pero lo que más llamó su atención fue la pizarra de corcho encima del escritorio, estaba lleno de fotos del rubio, algunas con Noah y una que otra con chicos que parecían pertenecer a su antigua escuela, ya que todos llevaban en mismo uniforme, no pudo evitar sonreír al verlas, en todas Prince mostraba la misma sonrisa sincera y adorable que había tenido la dicha de conocer, la que más llamó su atención fue una donde mostraba una gran sonrisa con todos sus dientes, los ojos cerrados y su nariz manchada de morado por el helado que sostenía en su mano, era simplemente adorable.

En todas las fotos se veía tan genuino, y es que cuando lo conoció pensó que sería otro niñito de mami y papi, y bueno, si lo era, pero era un chico genial, abierto a las experiencias, tenía un lindo corazón y era increíblemente tierno, pero a pesar de eso, no se dejaba doblegar por nadie... al menos hasta hoy, Dante sabía que Prince se había sentido pisoteado, y sentía una gran impotencia por verlo así, juraba que de volver a ver a esa chica, no dudaría en enfrentarla y hacerle pagar por lo que le hizo al rubio.

El Príncipe | Gay |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora