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La resaca moral fue lo primero que le llegó a JiMin al despertar, su cuerpo dolía y YoonGi estaba apartado en la cama y había abrazado a ese peluche monstruosamente enorme de Kumamon que tenía, asumió que lo despertó por sus quejidos y buscó a esa cosa terrorífica para ocupar su lugar. 

No tenía nada en contra del apego de YoonGi con la cosa, además de no importarle, sería hipócrita teniendo él mismo regresiones de edad, el problema eran esos ojos saltones que tenía Kumamon, despertar a mitad de la noche y toparse con eso le espantaba.   

Se distrajo de su molestia por el peluche de su novio cuando iba a estirarse y sus manos dolieron, sus nudillos estaban ligeramente hinchados y una uña trizada, se sintió asqueado de verla, tuvo suerte de que no fuera de su mano dominante, perdería la uña y dolía, todo dolía tanto que ni siquiera sabía cómo se levantaría de la cama. 

El proyecto seguía, pero no estaba en condiciones de subirse a esa maldita escalera más inestable que su percepción de identidad, el mural era enorme.

La alarma sonó, la tenía por si acaso, porque despertaba temprano incluso en fines de semana, pero había días en los que le costaba mucho despertarse. 

YoonGi la apagó y de inmediato dirigió su atención a JiMin:

-¿Cómo te sientes, amor? 

JiMin, quien aún no se acostumbraba a ese amor que bordeaba la sobreprotección, rompió a llorar.

—Ay mi vida, ven. —Dijo YoonGi acurrucando a su novio entre sus brazos.

Para JiMin era tan raro, porque el hiperfoco de YoonGi con su persona había bajado más desde que eran novios y lo percibía más tranquilo, la inseguridad de ser casi algo era el probable gatillo de esa intensidad. El noviazgo había traído un YoonGi relajado, atento y cariñoso que demostraba su amor con actos de servicio, mimos o lo que su novio necesitara.

Min antes de sentir, procesaba mentalmente sus emociones, por ende, tenía tiempo de saber cómo podía actuar de una manera no dañina, era muy consciente de su propio comportamiento por el masking.

Y a JiMin con desbordes constantes, eso le daba una seguridad indescriptible, podía llorar y expresar cualquier cosa de necesitarlo, por primera vez en su vida, sabía que alguien lo escucharía sin juicios.

—No sé si me duele más el cuerpo o la vida, gatito hyung.—Confesó JiMin.

—Lo que sea, puedes con el dolor, no necesitas identificarlo de inmediato.—Respondió YoonGi.

Aunque a JiMin a veces las respuestas le parecieran un poco robóticas o repetitivas, esa confirmación sin titubeos le daba seguridad y validaba sus emociones.

—No sé cómo haré ese mural hoy, Gigi, tengo clases también, no debí golpear a ese idiota.

—Te dieron días libres y al tipo también, hablé con el director y creo que la nariz de K-word está rota.—Comentó YoonGi.

JiMin ayer estaba totalmente fuera de sí mismo, la disociación lo dejaba vulnerable a cualquier cosa y era probable que olvidara parcial o totalmente una situación.

~♡~

Disculpe, no quiero causar inconveniente, pero JiMin se lastimó ambas manos, vea...—Dijo YoonGi y tomó las manos de JiMin enseñándole al director aquel problema. — Se desconectó tanto que no notó que con el rodillo golpeó su propia uña y mire sus nudillos...

JiMin estaba con la mirada perdida y tembloroso.

—Puede descansar desde hoy y le doy tres días, he recibido varias quejas sobre KyungSoo, haré algo al respecto, aunque el joven Park supo hacer justicia con sus manos.— Dijo el director.

Es mi límite. - YoonMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora