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—Perdóname por ser tan aburrido.—SeokJin quería hacer un hoyo en la tierra y meter la cabeza. — No me apasiona mi propia vida.

Llevaba toda la cita hablando de los cuidados de JiSoo y de la crisis de JiMin y como YoonGi era buen cuidador aunque a veces necesitaba ser cuidado.

—Eres tan noble, a pesar del estrés de ser cuidador, lo haces con tanto amor, en vez de abandonar el arte me cuentas como usas otras técnicas y férulas en tus dedos para hacer proyectos a tu manera por ser muy flexible y no poder sostener bien un pincel. Me encantaría que te vieras como yo te veo.—NamJoon fue sincero en aquellas palabras.

SeokJin estaba sonrojado y risueño, en serio le hacía sentir tan maravilloso.

—Siempre tienes las palabras correctas, en serio me gustas mucho, Joonie...

Aquel ambiente se quebró por un sonido en la cocina.

De que siempre estaba al tanto de otros era una realidad, al punto de no preocuparse de su propia vivienda.

La cocina estaba llena de agua y agradecía haber puesto cerámicas y rezaba por que no le goteara al primer piso porque el señor Jung era cosa seria.

—Joonie, cierra la llave de paso en el baño, por favor.

NamJoon asintió y fue a hacerlo.

SeokJin se desabrochó la camisa blanca que traía y se subió las mangas.

Sabía que estaba tapado algo en el lavaplatos, pero el agua bajaba, sólo se sentía mal olor,  no podía ignorarlo más, además de que ahora además de atender la situación debía cambiar las piezas que se destrozaron.

Así que ahí estaba, desarmando todo, empapado entre sudor y agua, tratando de arreglar y a la vez de secar.

NamJoon cortó el agua, sí, pero no había vuelto a la cocina, a SeokJin no le sorprendería que luego de eso se haya marchado. Sentía culpa cada vez que imaginaba eso, que su novio sólo se iría, harto de él.

NamJoon en realidad estaba en el pasillo, viendo una enorme cantidad de cuadros colgados, fotos con JiMin y con JiSoo, una foto con sus compañeros de escuela, y una parte de la pared que tenía un collage de fotos conceptuales de sí mismo que parecían haber sido tomadas en su propia casa entre hojas secas, una túnica de color beige con un cinturón negro que resaltaba sus enormes hombros y esbelta cintura y con un maquillaje que le daba profundidad a sus ojos y hacía brillar sus gruesos labios.

Era la segunda vez que estaba en el departamento, la primera no tuvo la oportunidad de explorar el lugar porque SeokJin se encontraba nervioso por cómo lo percibiría su gato Tony, a NamJoon eso le parecía adorable.

Cuando volvió a la cocina y lo vio de espaldas, con la camisa que a través de la humedad traslucía su silueta, suspiró, estaba enamorándose tanto de Jin.

—Haces de todo, eres tan perfecto que parece irreal.

Aquel comentario hizo sonreír a SeokJin.

—Pero no me creas santo, si no supiera que estás enorme de fuerte y puedes cerrar mejor la llave de paso, en vez de pedirte que la cerraras, te habría dicho que fueras a ponerle el imán al medidor de agua. —Bromeó, pero hablaba en serio.

—¿El imán? ¿Tienes un imán para hacer más lento el medidor y se lo dices a un casi abogado? — NamJoon siguió la broma no tan broma.

—¿Me vas a demandar por ser un artista a nada de un quiebre económico y emocional? ¿Aún cuando me gustas tanto? Eres cruel, grandote.

NamJoon mostró su sonrisa con hoyuelos y lo abrazó. Le gustaba tanto ese chico que podría estrujarlo hasta que sea parte de él.

Y SeokJin estaba tan a gusto hundiendo su rostro entre los pectorales del moreno, mierda, no sólo le bastaba con estimularlo mentalmente al ser tan diplomático y tener siempre las palabras apropiadas, tan acaramelado que lo hacía sentir que llegaba al cielo, también tenía un cuerpo que le hacía arder más que el infierno.

Es mi límite. - YoonMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora