JiHo era todo un desafío, el pequeño pretendía disminuir aún más su tamaño y presencia, temía molestar y ser castigado. Le incomodaba aún tener que usar pañales, era consciente de ello y aún así no podía evitarlo, le aterraba el inodoro y siempre se enfocaba tanto en lo que hacía que perder su control de esfínteres se volvía inevitable y era muy vergonzoso avisar que estaba sucio.
El Park menor con aquel terrible antecedente de vida, se había vuelto hipervigilante del entorno, era todo tan tranquilo y seguro que le aterraba que se tratara de una trampa o de que se cansaran de él.
Porque se sentía demasiado, había sido echado de su preescolar por morder a su compañero aún a pesar de su condición, reducido a una conducta, sin considerar cómo aquello era lo mejor que podía hacer con las herramientas propias de no tener ningún buen referente y siendo apenas un pequeño de cuatro años. Lo trataban de forma injusta y cruel en todas partes.
Por ende, todo en sus nuevos tutores era sospechoso, tan gentil, como cuando YoonGi y JiMin debían ir a la cafetería, debían ir con él y le contaban de qué se trataba su trabajo, lo que harían y cómo se vería el cielo cuando ya fuera hora de ir a casa.
Era... Extraño.
Tal como las otras personas con las que trabajaban, lo trataban de forma amable y su sonrisa lucía como felicidad, no esa mueca extraña e incómoda de una persona promedio. Aunque fuese incapaz de sincronizar su mundo interno con su habla, YoonGi y JiMin tenían una app de comunicación alternativa en sus celulares y aunque fuese una o dos palabras que lograra expresar, le daban su tiempo y con lo que decía era suficiente. Incluso TaeHyung interpretaba sus palabras y las convertía en muchas palabras más específicas, preguntando si se refería a eso, hasta atinarle a la interpretación correcta de lo que necesitaba expresar, era todo demasiado bueno para ser real.
Por eso cuando tuvo su primer meltdown sólo con JiMin en casa, se escondió en el armario y sollozaba con un peluche en su boca mientras su cuerpo se tensaba y necesitaba mecerse.
Se acercaba la hora de que YoonGi llegara a casa y JiMin que estaba preparando la cena, comenzó a desesperarse por no encontrar a su hermanito, había dejado de verlo por apenas un instante y desapareció.
Lo primero que hizo fue mirar que no haya salido y preguntó por él a cuanta persona se topó fuera del edificio. Volviendo a casa comenzó a buscar posibles escondites, sentía su ansiedad escalando, tan sobrepasado que al buscar bajo las camas no consideró el escondite por excelencia de su novio en momentos de sobrecarga sensorial o emocional.
Su mente catastrófica seguía ahí, el trauma era parte de su vida presente, y un efecto colateral de aquello además del sufrimiento era que por agravar tanto una situación en su mente, no pensaba con claridad y le impedía ver la respuesta obvia, tal como el mar inquieto ocultaba el horizonte; sólo cuando la marea turbulenta en su mente se apaciguaba, entonces su criterio volvía a funcionar.
—¡Amores!—Exclamó YoonGi anunciando su llegada.
JiMin corrió hacia él, tembloroso y al borde del llanto. YoonGi era una luna que en vez de agitar sus mares, los calmaba.
—Gigi, mi niño, no encuentro a JiHo, estaba cocinando y él pintaba en la mesa de centro, lo perdí.—Se apresuró a comunicar el problema.
YoonGi sintió como se apretaba su garganta, el estrés de la crianza había hecho los desafíos vitales más complejos, sin embargo, perder al niño era una catástrofe.
—No pudo abrir la puerta, le cuesta incluso abrir la del baño, debe estar en casa.—YoonGi analizó, aún cuando su corazón latía fuerte y estaba terriblemente abrumado.
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Es mi límite. - YoonMin.
FanfictionLiteralmente autista. Libro 2. En el proyecto de final de los estudios de arte, tiene como compañero a K-word, un dolor en el culo que tuvo que soportar dos semestres. JiMin, con trastorno límite de personalidad se ve afectado por el pasado que com...