Capítulo 7: Bienvenida no agradable

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Los dos habían salido del bosque, ahora se adentraron al desierto, la antítesis de él. Billy había caminado bajo el calor abrasador del sol, miraba la arena como si fuera azúcar, sudaba como un cerdo, era demasiado calor; ocupaba su escudo como protección para el sol pero ni eso le bastaba.

—No puedo más con este sol del infierno, tú tienes mucha suerte porque no sientes nada

—Podría decir que eso es una de las ventajas de no sentir absolutamente nada...; aunque para serte sincera, me gustaría estar asándome como tu bajo este calor...

—Me dijiste que en tu botella hace frio, ¿No?; me encantaría entrar, me voy a derretir aquí

—A mí también me gustaría, sería bueno un poco de compañía—lo observa—tranquilo; debemos encontrar un pueblo para que te enfríes

—Estoy completamente de acuerdo—dijo Billy quitándose el sudor proveniente de su frente

—¿Por qué no viajamos en un barco atmósfera?, podríamos estar justo ahorita sobre las nubes sin preocuparnos

—Los viajes no son gratis, no tengo mucho dinero y además..., tuvimos que dirigirnos a Mokapella para agarrar uno...

—La próxima vez hay que detenerse a pensar...

—Si, si...

Billy sentía como sus pies se quemaban, sus botas no soportaban el calor de la arena; llegó a un punto donde sentía que caminaba descalzo. Luego de una abrasadora caminata, llegó a una duna enorme, algo le decía que detrás de ella había algo, no le importaba si fuese malo o bueno, solo quería encontrar algo para soportar el sol.

—Espero que allá algo detrás de esa duna—dijo Billy

—Esperemos lo mejor

Billy subía la duna lentamente; cuando estaba por la mitad, se tropezó y cayó de rodillas, no se levantó, empezó a subir gateando como bebe.

—Ya casi llego—jadea—ya casi, un poquito mas

Llegó a la cima, desde ahí se podía ver todo el desierto, era como una sábana amarrilla, el sol reinaba ante el inmenso desierto de arena. Observó a un tren que estaba llegando a un pueblo cerca de donde estaban, el pueblo se veía prometedor para buscar agua y descanso.

—Daslin, tengo que llegar a ese pueblo

—Si claro, adelante

—Pero..., ya que yo no quiero bajar caminando, utilizaré la tabla que me dio el sujeto del bosque

—Será como esquiar

—Exactamente

Billy saltó hacia abajo y rápidamente abrió el folder para agarrar el pin de la tabla de madera; luego de apretarla inmediatamente incrementó su tamaño y cayó a la arena; rapidamente él salta sobre ella.

Se iba deslizando con toda facilidad, se movía de un lado a otro. Cuando giraba a la derecha, provocaba una ola de arena, cuando giraba a la izquierda, igual. El viento que chocaba con su cuerpo lo refrescó muchísimo, era agradable la sensación opuesta al calor experimentado. En el pueblo, un Guardiadoro con una ballesta observó a Billy que iba deslizándose y se dirigía al pueblo, él se alarmó y avisó a su superior.

—Señor, traigo informes de un avistamiento en una de las dunas aledañas al pueblo, señor

—¿Qué vio?

—Un joven deslizándose en una tabla—contestó

—¿Sabes si es algún niño del pueblo?

—No, señor, no se parece a ningún niño de aquí, ¿Lo atacamos?

El viaje de la grandezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora