Los sueños sueños son.

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Amy


Miro el reloj de mi muñeca, voy bien de tiempo para la siguiente clase de 'historia de la psicología'. Estoy en mi segundo año y no puedo estar más feliz al sentir que estoy cumpliendo parte de mi sueño, siempre he querido llegar a ser alguien, ir a la universidad y estudiar la carrera que me gusta para luego poder comerme el mundo si hace falta y, joder, ver como poco a poco voy cumpliendo mis metas y que estoy a nada de rozar todos mis sueños, me llena mucho... es algo indescriptible.


Mamá y yo hicimos un trato justo antes de empezar la universidad; ella me la pagaría pero yo tendría que hacerme cargo del alquiler y todos los gastos del piso que comparto con Alison y otra chica más, Shana, que lleva tan solo unos meses con nosotras pero creo sin duda alguna que mi mejor amiga y yo pensamos lo mismo y creemos que ella es la definitiva para quedarse con nosotras. Alison está estudiando la carrera de magisterio y Shana la de matemáticas así que no siempre coincidimos en casa pero una vez que estamos todas juntas desconectamos del mundo de la mejor forma que sabemos.


Los fines de semana estoy trabajando en una cafetería de camarera aunque entre semana a veces me llaman y si no tengo clases, me escabullo para ganar un poco más de dinero y poder llegar a fin de mes. Si os soy sincera nunca en la vida había pensado poder llegar a este punto, a independizarme y valerme por mi misma pero ver que soy capaz de ello y más, es genial os lo juro.


Suena el timbre y me sobre salto del banco en el que estaba sentada, miro de nuevo el reloj en mi muñeca y abro los ojos sorprendida; voy a llegar tarde. Cojo la maleta que llevo siempre conmigo por muy hecha polvo que esté, me la regaló mi hermano que murió hace un par de meses en un accidente de coche junto a su mejor amigo. Llevarla conmigo es como si le llevase siempre a él y siento que eso es algo que necesito y sé que pasarán los años y lo seguiré necesitando... estoy segura de que él estaría muy orgulloso de mi si viera hasta donde he llegado y sé que allí donde esté, lo está. Intento no ponerme muy sentimental con este tema porque me sigue afectando y me dirijo hacia mi taquilla a buscar el libro que necesito y así también poder vaciar la maleta.


Cuando llego dejo la maleta en el suelo y saco los tres libros que tengo dentro de ella para luego abrir la taquilla, meto la llave y es justo cuando lo hago que me doy cuenta que soy gilipollas porque tengo que hacerlo con una sola mano porque la otra no la tengo libre. Ya os daréis cuenta de que siempre me complico la vida y que soy una patosa con todo, os lo aseguro. Cuando estoy apunto de conseguir abrirla me suena el móvil asustándome y sin quererlo se me caen los tres libros al suelo. Mierda. Me saco el móvil del bolsillo y leo un 'mamá', qué inoportuna es cuando quiere, joder.


–¿Qué quieres? –le pregunto al descolgar.


–Cariño yo también me alegro de hablar contigo –dice y resoplo– ¿Vendrás a casa este fin de semana?


Escucho como alguien abre una taquilla cerca mía y me giro, Dylan. Su taquilla está a solo tres taquillas de distancia de la mía. Le miro de reojo y veo como mira hacia mis libros en el suelo y medio sonríe. Se acerca hacia ellos y por consecuente hacia mi. Decido que mi madre puede esperar.


–Mamá luego te llamo –pronuncio y cuelgo.


"Nadie en su sano juicio se enamoraría de alguien como yo..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora