Vas a volverme loco.

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Dylan


Mierda. Cómo corren las noticias por aquí, joder. Me paso una mano por el pelo nervioso y miro a mi alrededor pensando en qué coño puedo hacer. Miro la hora de mi móvil, es domingo y Amy tiene que estar trabajando. Me guardo el móvil en el bolsillo y me subo a la moto sin pensarlo dos veces, tengo que hablar con ella y decirle que... decirle... ¿qué voy a decirle? ¿que necesitaba comprobar una cosa? ¿que necesitaba olvidarme de ella aunque fuesen solo unos segundos? ¿qué? No puedo decirle, "no, nada, que creo que me gustas y no quiero no porque seas tú sino porque no quiero que me guste nadie de la forma que me estás gustando." No puedo. "Acabas de admitir que te gusta", me dice una vocecita muy pesada. Vale, sí, lo admito; puede que me guste. 

Aprieto inconscientemente el acelerador de la moto por culpa de mis pensamientos y de mis nervios, quiero llegar ya y no sé, que me perdone. Que todo vuelva a ser como antes de que nos besáramos aún muriéndome de ganas de volver a besarla hasta cansarme, así, sin venir a cuento. 

Joder, ¿por qué es todo tan complicado o por qué nos empeñamos en complicar las cosas? Todo sería más fácil si fuese ahí y le pidiese una cita para ver hasta donde nos lleva esto pero una parte de mi, por pequeña que sea, se niega a aceptar que realmente me estoy colando de nuevo por alguien porque mi primera experiencia fue demasiado mala como para repetirla. 

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy a tan solo una calle del bar, acelero sin miedo queriendo llegar ya y una vez ahí aparco la moto en el aparcamiento. Me bajo de ella sin saber exactamente qué decir o cómo actuar, sin saber cómo reaccionará y si querrá verme o si preferirá partirme un poco la cara. Me río ante ese pensamiento porque sé que Amy nunca lo haría. Noto como me tiemblan un poco las manos porque no sé cómo funciona esto, no sé porqué quiero darle explicaciones cuando realmente no estoy obligado a ello. No sé qué me está haciendo Amy que hace que piense mucho las cosas, que me arrepienta de lo que digo y hago. Suspiro frustrado ante tal cacao mental que tengo y empujo la puerta para entrar en el bar. La busco entre las mesas para comprobar si está o no sirviendo alguna pero no, espero que haya venido a trabajar. Me fijo en la barra y al final veo una cabellera un poco despeinada y sonrío para mí mismo sabiendo que es ella. Me acerco sigiloso hasta los taburetes que hay en la barra y me siento en uno de ellos. 

-Una coca cola -pido y levanta la vista al reconocer mi voz. Rueda los ojos y resopla de fastidio al verme y me obligo a no sonreír. Me mira durante unos instantes y al final me acaba poniendo lo que he pedido para luego volver a su faena- ¿Hoy te ha tocado lavar los platos eh? -le digo y levanta de nuevo la vista.

-¿De verdad que solo has venido para decirme eso? -me mira realmente mal- Dylan déjalo, ¿vale?

-Solo quiero hablar -le digo seriamente y agacha de nuevo la mirada- No puedo esperar a que salgas de aquí para hacerlo -le explico- Soy un impaciente de mierda y lo sabes -digo y acabo viendo el rastro de una sonrisa en su cara pero ella impide que se la vea.

-Estoy trabajando -me indica seria.

-Pero no estás sirviendo mesas y la pila de platos que tienes es bastante grande -le sonrío- Y si viene la encargada a decirte algo yo me encargo -le prometo. Me llevo bien con Kate, la encargada y sé que si le pido un favor no me dirá que no. 

La escucho suspirar y apaga el grifo para luego secarse las manos.

-¿Qué quieres Dylan? -me pregunta mirándome a los ojos. Me quedo embobado unos segundos, me encanta cuando no lleva gafas y puedo ver mejor el color de sus ojos aunque con ellas está igual de bonita. ¡DYLAN! Concéntrate, joder.

"Nadie en su sano juicio se enamoraría de alguien como yo..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora