Eres bonita.

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Dylan

Amy sale de la biblioteca sin decir nada más, miro como se va y me paso ambas manos por el pelo frustrado. Me da igual seguir abriendo heridas, no me importa; quiero saber por qué y no me preguntéis el por qué quiero saberlo porque ni yo lo sé.

Miro a mi alrededor, suspiro y decido salir tras ella a paso rápido. Me dirijo hacia su taquilla sabiendo que estará ahí.

–¡Amy espera! –digo al verla y veo como se detiene en aquello que está haciendo. La escucho suspirar y cierra la taquilla.

–¿Qué pasa? –me mira fijamente y se sube un poco las gafas ya que se le han bajado.

–No –digo mirándole fijamente– ¿Qué te pasa a ti?

–No sé de qué me hablas –me dice seria.

Doy inconscientemente un golpe en la taquilla cabreado y ella se sobre salta asustada. La miro y al verla asustada me paso una mano por el pelo intentando calmarme.

–Lo siento –digo acercándome a ella y se aparta– De verdad –le miro fijamente y al final me acaba sonriendo.

–No pasa nada –susurra y se fuerza a sonreírme– Tengo que irme o perderé el bus.

La cojo del brazo justo cuando intenta irse, lo hago con cuidado no queriendo hacerla daño.

–Te llevaré yo con la moto si hace falta –admito y frunce el ceño– Solo... –hago un gesto con las manos–... ¿por qué?

Deja de mirarme unos segundos y luego vuelve a mirarme con una sonrisa.

–¿Por qué finges preocuparte por mi Dylan? –frunzo el ceño sin saber a qué se refiere– Hace dos días literalmente ni me conocías.

–No estoy fingiendo nada –digo frustrado– ¿Por qué tendría que fingir preocuparme por ti? –hace un gesto con los hombros queriendo quitar importancia.

–¿Por qué te preocupas? –susurra de nuevo y suspiro cansado, ¿cómo no me había dado cuenta hasta ahora de lo irritables que son a veces las mujeres?. "Puede que porque nunca en la vida las has tratado más allá de llevártelas a la cama" me repite constantemente una voz.

–No lo sé –digo totalmente sincero– Simplemente lo estoy haciendo porque me sale, ¿no puedo? –me mira fijamente y asiente con una leve sonrisa.

–De todas formas no le pega a un capullo como tú esto de preocuparse por la rarita de la clase.

–Ya estamos otra vez con esto de juzgar a la gente sin conocerla –digo totalmente serio.

–¿Acaso tú no me has juzgado nunca? –Touché, pienso. La miro en un total y completo silencio– Ves –dice con una sonrisa en la cara y no entiendo el por qué de esa sonrisa– Estamos en paz entonces –se cuelga la maleta del hombro y me mira una última vez– Tú me has juzgado y yo también.

Se dirige hacia la puerta y sonrío sin que me vea. Me cuelgo bien la maleta y la sigo hasta alcanzarla.

–Bueno... –le digo siendo sincero– Siento haberlo hecho.

–Yo también –dice bajando las escaleras de la universidad– Creo.

–¿Cómo que crees? –le digo y la escucho reír. Me quedo embobado mirándola hasta que me doy cuenta de ello y aparto la mirada– ¿Te vienes conmigo en moto? –le pregunto y aunque duda al principio la acabo convenciendo al poner una cara de pena– Vamos a hacer un trato –le propongo y me mira arqueando una ceja– Si quieres llegar sana y salva a casa me dejarás hacerte 5 preguntas cuando lleguemos a tu casa.

"Nadie en su sano juicio se enamoraría de alguien como yo..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora