Mi lugar favorito en el mundo, serás siempre tú.

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2 meses más tarde...

Dylan

-¡Pues muy bien! -me chilla Amy cruzando el umbral de la puerta de su habitación- ¡Vete con esa si tanto te gusta! -pronuncia antes de cerrar la puerta de un portazo.

-¡Te odio! -digo dando un fuerte golpe en el marco de la puerta intentando dejar atrás toda la rabia acumulada. 

-¡Pues yo también! -chilla sollozando al otro lado de la puerta. Apoyo mi frente en esta y cierro los ojos durante unos segundos; ¿por qué no hacemos más que discutir constantemente por estupideces? Nunca en la vida había sentido constantemente que estaba perdiendo a alguien pero supongo que nadie me había importado lo suficiente como para sentir ese miedo. Me separo de la puerta lentamente y la miro como si ahí delante estuviera mi chica, niego con la cabeza y me doy la vuelta dispuesto a irme pero cuando he dado dos pasos, me detengo apretando fuertemente los puños y me giro justo al mismo tiempo en que la puerta de la habitación se abre. Nos miramos fijamente, retándonos con la mirada pero no sé cómo ni por qué, acabo siendo -como siempre- el primero que la suaviza y la mira con ternura, haciéndole saber que no hay otra chica como ella para mí- Lo siento -susurra y le sonrío levemente. Siempre que discutimos nos decimos de todo, aunque el motivo de la discusión sea una tercera persona que ni me interesa ni me importa o cualquier tío que crea que puede tener alguna oportunidad con ella. Discutimos, nos ponemos como locos y decimos tooooodo lo que nunca dirías y a los segundos volvemos a estar bien, porque nos necesitamos y necesitamos saber que todo está bien, que todo sigue igual de bien que antes de empezar a discutir.

-No te odio -confieso y ahora es ella quién también sonríe- Ven aquí -le digo haciendo un gesto con la mano y no se lo piensa dos veces.

-No sé qué me ha pasado -dice una vez que llega a mi y le rodeo la cintura- Es solo pensar que...- niego con la cabeza y le beso levemente los labios-... no discutamos, por favor -pide y asiento.

-Yo también lo siento -se muerde el labio- Sabes que siempre me caliento y digo cosas que no debo y no te debes de creer ni la mitad, ¿vale nena? -asiente y me acerco a besarle la frente. 

Se abraza a mi, de esa forma en la que te abrazan cuando más te necesitan. Te abrazan fuertemente y se pierden en ti, te acercan a ellos como si no estuvieras lo suficientemente cerca y aunque a veces sientes que te falta el aire, no te apartas porque esos abrazos no solo le dan la vida a la otra persona sino que también te la dan a ti. Y Amy me da ese tipo de abrazos constantemente y es como si con cada uno de ellos me dijera todo aquello que no sabe decir, aquello para lo que no encuentra palabras suficientes como para expresarlas, ¿entendéis? Con el tiempo la vida me ha enseñado que hay abrazos que dicen más que muchas palabras o miradas y Amy con ellos me hace saber que se siente en casa, que ese es su sitio y también el mío. 

-¿Puedes prometerme una cosa? -me pide escondida en mi pecho y asiento, sé que lo ha notado- Prométeme que por mucho que discutamos, por muy enfadados que estemos y aunque nos digamos lo peor que podamos decirnos... -me abraza aún más fuerte-... quiero que aunque me vaya de casa cerrando la puerta de un portazo o aunque me dejes tirada en medio de la calle, vayamos el uno en busca del otro y sin importar lo que haya pasado, me digas que me quieres y que yo te lo diga a ti -sonrío sin que me vea- y luego ya hablaremos de lo que ha pasado pero nunca dejes de decirme que me quieres, aunque me haya portado mal contigo.

-O aunque haya sido un capullo intentando ponerte celosa con otra chica -sonrío besando su pelo.

-O aunque te haya sacado de tus casillas a pesar de las veces que me dices que pare -dice y la separo de mi.

Acerco mis manos a su rostro y le acaricio levemente sus mejillas. Sonríe con ese tipo de sonrisa que solo me enseña a mi. 

-Te lo prometo... -sonríe incluso más nada más oírme-... solo si no tardas en decidir si te casas o no conmigo -rueda los ojos al escucharme y apoya sus manos en las mías para apartarlas de su cara y entrelazarlas.

"Nadie en su sano juicio se enamoraría de alguien como yo..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora