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La noche nace como un fuego ardiente donde el cuerpo del amor feliz se quema... Espera, no te duermas que brota la noche ígnea, cálida y abren las estrellas las emplumadas alas de mi voluntad; como una marca de amor apoya entre mis manos tu frente para yo sentir por tus dos sienes, el latir brioso de tu corazón. La noche es amor, ¡bienaventurada sea!, por engarzarse a mis manos.
En la sombra mansa florece la orquídea roja... Mi alma toda clama, se abre en mimos. ¡Mis labios son un brote en flor! y esta noche somos los dos uno, aislados por su agitación entre la alcoba tibia del amor... La noche no se quiere marchar, permanece entre ambos viva y encendida, como si fuera dos astillas ardientes que incendian de sentimientos la piel.
Hoy siento que mi corazón explota alegre y lento... que no valen lo mismo mil años sin ti que una noche contigo en su azul. Hoy abre la noche en luz como una lluvia de estrellas, y existe como un manto de fuego donde la dicha de amar con placer se envuelve.
Espera, no te abraces aún a Morfeo, no quieras soñar aún, que esta noche en la paz de los cuerpos, nacarada, la luna emerge inmensa solo para contarnos que somos la semilla divina de donde debe germinar mañana, el fruto dulce de un amor eterno.
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