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Ocho meses después...

¡Hoy era el gran día!

No podía dejar de lado la felicidad que sentía en aquel momento. Bajé al salón principal donde mi madre preparaba el desayuno, no obstante no tenía tiempo para comer, debía ir a la entrada del pueblo cuanto antes.

–Hija, he preparado un poco de...

–No tengo tiempo madre, ¡Atreus ha vuelto!– No le di tiempo a responderme, porque salí de casa más rápido que una flecha.

Corría por el pueblo cual niña jugando de felicidad. Los aldeanos me miraban sonrientes porque sabían a que se debía esta alegría repentina. No me di cuenta cuando Dahlia se había subido a mi hombro igual de eufórica que yo.

A lo lejos pude reconocer la figura de un chico, ¡era él! Estaba mirando hacía todos lados, seguramente buscándome a mí. Su padre y el mío también estaban con él.

–¡Atreus!– Le llamé sin dejar de correr. Él al verme puso una sonrisa de oreja a oreja y también corrió a recibirme.

Cuando llegué junto a él me subí para abrazarlo super fuerte y me dió un par de vueltas en el aire para después soltarme, nos miramos a los ojos con nuestras manos en el rostro del otro sin dejar de sonreírnos.

– Te prometí que volvería.– Me dijo.

–Ya lo sé.– Junté nuestras narices y la moví de un lado a otro.

Me separé para mirar con vergüenza a ambos tutores de los dos, para saludarnos con la mano en el aire. Le invité a Kratos a que pasara, cosa que accedió y caminamos por dentro del pueblo recibiendo muchos recibimientos por parte de los aldeanos que trabajaban cada uno en su puesto. También madres y niños que iban a hacer la compra y a jugar nos recibían amablemente.

–______ ¿como fue lo Hans?– Preguntó Atreus no muy convencido.

–Ven.– nos desviamos del camino y le llevé hacía un lugar en concreto, allí donde cultivábamos la cosecha y donde crecían las más bellas plantas y flores.

Al llegar vimos a una mujer de espaldas, Freya, junto a un niño de unos 13 años ayudándola a recolectar algunas cosas para la comida.

–Freya, Hans.– Atreus me miró sorprendido y después les miró a ellos. Estos también se giraron para recibirnos.

–______, Atreus... que gusto volverte a ver.– Dijo Freya abrazándolo.– ¿Cómo ha ido todo?

–Muy bien, hemos hecho un montón de cosas. Como las de antes, me ha encantado.

–Atreus, él es Hans, Hans él es Atreus.– Les presenté a lo que ellos estrecharon la mano.

–¿Así que él es tu novio? Me lo imaginaba hermana.– Me dijo, y yo me avergoncé. Atreus rió nervioso.– Bueno encantado. Estoy aprendiendo lo mismo que Freya.

–Oh, me alegra que tengas una mentora. Freya es muy buena en lo que hace, pero tiene carácter, por algo la llamaban la bruja del bosque.– Dijo Atreus.

–Gracias por el cumplido pequeño pero no hacía falta.– Dijo estirándole la oreja a Atreus, mientras se quejaba.

Todos reímos ante esto y me despedí de ellos para llevarme a Atreus conmigo de la mano. Dahlia aún nos seguía.

–No soy tan bajo ¿verdad? Además, soy más alto que tú.– Bromeó.

–Me sacas media cabeza, no es tanto.– Reí por sus sugerencias.

–La medida justa para esto.– Se paró frente a mí y me dió un beso en la frente, sonrojándome.– ¿Ves? Es perfecto. Ah, también te debo esto.– Se acercó a milímetros de mi y me dio un beso corto.

𝙼𝙰𝚂 𝙰𝙻𝙻𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝚁𝙰𝙶𝙽𝙰𝚁𝙾𝙺 - 𝓐𝓽𝓻𝓮𝓾𝓼 𝔂 𝓽𝓾 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora