Dos semanas.
Las últimas dos semanas fueron un caos mezclado con dulces y cansancio. El festival del sauce había mantenido el restaurante lleno así que por ese lado el trabajo exprimió hasta la última gota de energía de su cuerpo, y luego estaba el entrenamiento que Patrick planeó para ella.
Bonnie nunca pensó que la transformación voluntaria podía ser tan difícil en estas condiciones. La idea de Patrick para mejorar su control era someterla a extenuantes patrullajes cerca de la frontera norte, era un sitio peligroso para ella porque según él corría el riesgo de que pudiera percibir a su compañero y perder los estribos.
Por eso comenzaron a diez kilómetros de la frontera, y día a día, fueron acortando la distancia. Al principio Patrick tuvo que guiarla, empujando su pesado cuerpo de león contra ella, como si estuviera atizando un caballo ciego. La leona tiraba para continuar hacia el río, para buscarlo. Y cuando hacía eso siempre recibía una mordida entre los hombros.
Era agotador mantenerse siempre alerta, siempre presionando sobre su otra mitad, gritando el mismo pensamiento todo el tiempo «Yo tengo el control, iremos a donde yo quiera ir» pero su esfuerzo comenzó a rendir sus frutos durante la segunda semana.
Y ahora ella estaba emocionada, agitada y necesitando desesperadamente encontrarse con un jaguar. Estaba a horas de dar un paso importante y era tanta la emoción que burbujeaba en su sangre que sonreía como una maníaca.
-¿Buscas a mi hermano? -Tanya le preguntó cuando se encontraron en la mitad de las escaleras. La mujer humana no llevaba su uniforme azul oscuro, lo que le dijo que ya había terminado su turno en la enfermería. Bonnie sabía que no era más que una formalidad, la enfermería jamás dormía y sabía que Tanya era capaz de dormir con un ojo abierto para estar siempre vigilante-. Debe estar en su cabaña -Tanya le ofreció una sonrisa coqueta, su mirada verde era entusiasta-. Solo, como siempre.
Bonnie le sonrió con la cara roja y se apartó para dejarla bajar, cuando Tanya pasó por su lado Bonnie percibió la fuerte esencia de Patrick y sus marcas sobre la piel. En un acto casi inconsciente, Bonnie se llevó la mano a su cuello para palpar las marcas que Trent había renovado días atrás, luego lo bajó hasta rozar con las yemas de los dedos la delicada forma del jaguar de metal.
«Te lo di para que recuerdes que le perteneces a alguien, que tienes un sitio donde regresar»
La urgencia por verlo se encendió junto con un calor intenso, un poco incómodo y afilado de una manera que le costaba entender. Sacudiendo la cabeza en un intento por quitarse el miedo de encima, Bonnie bajó las escaleras y salió de la Casa Matriz. El aire se enfriaba más con cada día que pasaba, y había pronóstico de nevadas para la próxima semana, un poco tardías para finales de Enero.
Esta noche, sin embargo, era una de las tantas heladas e inquietas por el viento que desgarraba las pocas hojas que todavía le quedaba a los árboles. Bonnie se acomodó el cuello de su chaqueta de abrigo color mostaza, y bajó un poco el borde del gorro de lana bordó. La tierra húmeda y resbalosa ralentizó sus movimientos, lo último que quería era sufrir una fractura estando tan cerca de demostrarle a todos que podía ser igual de normal, que no representaba ningún riesgo para nadie.
La angulosa forma de la cabaña de Trent se asomó entre las sombras del bosque, oscura y gélida en invierno, su forma podría salir de una película de terror en medio de la noche, pero Bonnie sabía que en su interior había luz, y algo cálido y hermoso esperando por ella.
Cuando apresuró el paso, su equilibrio se hizo más frágil y a metros de llegar a la puerta sus pies patinaron en el barro. Fue un milagro que no terminase con su trasero manchado, húmedo y frío.
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Cautivo (Serie Gold Pride 3.5)
RomanceLa vida de Bonnie Lewis no puede empeorar... O tal vez sí. Su compañero ya está emparejado, su instinto de emparejamiento sigue activo y para colmo su animal está a un pelo de salirse de control. Y por si no fuera poco, el calor que inunda su cuerpo...