Capítulo 2

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El jaguar de Trent estaba despierto, activo y con sus sentidos funcionando a máxima capacidad luego de sentir el toque de Bonnie. Motivarlo era sencillo, no era quisquilloso, pero reaccionaba de una forma diferente con esta mujer desde que acudió a él aquella primera vez y le contó su situación.

Desde entonces, el animal de Trent se ponía a pasear en su mente, inquieto y ansioso por salir cada vez que Bonnie andaba cerca. Consumía el aroma de la mujer como si fuese su menta gatuna personal, y movía las orejas hacia ella cada vez que hablaba, para Trent no tenía sentido.

Aunque, intentar comprender a un animal era imposible. Ahora mismo, el control sobre su otra mitad se deslizaba lentamente de sus manos, apretando la mandíbula con fuerza, gruñó. Él no podía permitirlo, debía recordar porqué había escogido el celibato en primer lugar.

Su jaguar le gruñó, Trent le gruñó de regreso y le trajo a su memoria el rostro de la persona a la que le destruyó la vida por su arrogancia e imprudencia.

Él no volvería a eso.

El animal en su interior pensaba distinto.

El hormigueo en las encías, más fuerte en la zona de sus colmillos, era una fuerte señal de cuán dispuesto estaba a ir en su contra. «No tenemos el derecho de reclamar a nadie» le dijo, sabiendo que no entendía una sola palabra, pero le gustaba hablar con él «y menos a esta mujer»

Una mujer que caminaba sobre hielo quebradizo. Una mujer que se enfrentaba a una existencia incompleta por pura terquedad. 

—Tienes que irte —le dijo, podía pasar por alto sus mentiras, sus escusas y su obstinación, pero no podía pasar por alto el hecho de que dirigiera su necesidad hacia él—. Ahora.

Su olor le llegó hasta lo profundo, arañando todo a su paso. No habría podido huir de él si hubiese querido, le llenaba los pulmones, le saturaba las fosas nasales, se metía bajo su piel con demandante exigencia. Embriagador de una forma que no entendía, pero encendía algo agradable dentro de él, algo que no podía dejar que existiera. 

—No —ella chilló horrorizada, como si le hubiese dicho que iba a amputarle un brazo—. Puedo pensar, puedo sentir.

Y Bonnie deslizó sus dedos sobre los músculos laterales de Trent. De pronto fue consciente de él, de ella, de las curvas suaves de Bonnie y el olor a excitacion en el aire. El felino interior estaba de acuerdo con ella, casi ronroneando como una invitación para seguir adelante. «Gato codicioso» le acusó, el jaguar resopló y regresó su atención a Bonnie.

Ella estaba acercándose peligrosamente a él.

Trent se apartó.

—Esto es incorrecto y poco profesional de mi parte.

Obtuvo una mirada de esos ojos verdes, cargada de pena y ansiedad. La necesidad palpitaba entre ambos. 

—Ya no eres mi doctor, te escuché claramente cuando dijiste que dejarías de intentarlo.

Él apretó los dientes.

—No me refería a eso —masculló. 

Haciendo caso omiso a su propuesta Bonnie estiró un brazo para alcanzarlo y tocar abiertamente un lado de su pecho, el músculo se tensó bajo su toque, un gruñido lo hizo vibrar y no fue precisamente una advertencia.

—No imaginaba que fueras la clase de persona a la que le gusta ser tocado.

En realidad, a Trent ya no le gustaba. En teoría... Por esa razón no le había dado luz verde a ninguna mujer en la coalición. No entendía por qué estaba reaccionando con Bonnie de esta manera, o por qué permitía que le continuara afectando.

Cautivo (Serie Gold Pride 3.5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora