—Bonnie, sé que estás ahí no puedes ignorarme, mi paciencia es infinita.
Ella emitió un quejido bajito y sacó la cabeza de debajo de su almohada, se fijó en la hora, eran poco más de las ocho. La seguidilla de golpecitos en la puerta volvió a insistir. Bonnie no quería contacto humano, al menos, no por el día de hoy.
Abrió el cajón con cuidado, sabiendo que la audición de Carol era más que perfecta, luego se detuvo al recordar que antes de quedarse dormida había tomado su pildora. En cuestiones de ánimos, se sentía particularmente miserable y no se debía al hecho de que había pasado las últimas setenta y dos horas en su habitación.
—Bonnie... —Carol gimió desde la puerta—. Si no quieres verme a mí, al menos ve a ver lo que hay en la ventana.
Se enderezó, maldijo su propia curiosidad, no podía ignorarlo. Se arrastró sobre la cama y fue hacia el ventanal, pegó un grito cuando la escalofriante figura de Ava le devolvió una sonrisa. Bien, la estaban atacando desde todos los ángulos. Podía valorar eso.
—¿No tengo opciones? —Se quejó.
Ava sacudió la cabeza en negativa señal.
Bonnie dejó caer sus hombros y abrió, luego le abrió la puerta a Carol. La leona saltó sobre sus huesos y tuvo que dar un traspié, Carol cerró la puerta con un empujón de su pie.
—¡No puedes asustarnos así! —Carol exclamó, su voz era lo más parecido a un chillido—. Entiendo que tengas días libres en tu trabajo ¡pero no puedes pasarlos encerrada! ¡Y no cuando en el salón comedor hay magia de pescado!
Su estómago decidió que era un buen momento para gruñir.
—Te trajimos la cena —Ava mencionó desde atrás—. Carol, ella no puede comer si no te quitas de encima.
Carol se alejó con un saltito hacia atrás, pero le agarró las manos y la regresó a la cama.
—Vamos, siéntate siéntate —le apuró—. Cenaremos las tres.
Bonnie se rindió, y una sonrisa genuina brotó por primera vez en tres días.
—Alex hizo bastones de pescado —Ava mencionó—. Pedimos una ración generosa de salsa blanca y cebollas.
—También un poco de puré de papas.
—Gracias.
Ava le puso un bastón de pescado en la mano y esperó. No comerían hasta ver que Bonnie comía. Un solo bocado bastó para que lo engullera por completo, Alexander era una criatura única, dale cinco ingredientes y el hombre te hará un manjar.
—Con Alexander en la cocina, es fácil cambiar de alimentos —comentó, hacía poco el menú había pasado de un setenta por ciento de carne, a sólo veinte. Ahora consistía de un cincuenta por ciento de pescados y mariscos, treinta por ciento de frutas, verduras, legumbres y el resto era carne. Nadie se quejó por el cambio, no cuando sin importar los ingredientes, Alex los dejaba satisfechos a todos. Bonnie devoró otro bastón en medio de un suspiro—. Gala es afortunada.
Ava y Carol compartieron una mirada sospechosa.
—¿Qué? —quiso saber, con una sensación de inquietud revoloteando en su cuerpo.
—Bueno... —Carol se rascó la cabeza y evadió su mirada.
Ava suspiró.
—Alimentarte sólo fue el primer motivo de nuestra visita —admitió.
—Algo me dice que no me gustará el segundo...
—Hablaremos de romance —Carol movió sus pestañas con cierto énfasis soñador.
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Cautivo (Serie Gold Pride 3.5)
RomanceLa vida de Bonnie Lewis no puede empeorar... O tal vez sí. Su compañero ya está emparejado, su instinto de emparejamiento sigue activo y para colmo su animal está a un pelo de salirse de control. Y por si no fuera poco, el calor que inunda su cuerpo...