Capítulo 5

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Las entrañas de Bonnie se apretaron. Y el aliento se convirtió en algo pesado y caliente que no quería dejarla. Lo había evitado todo el día, una tarea relativamente sencilla dado que rara vez se encontraba con Trent en alguno de los pasillos de la Casa Matriz o en algún sitio que no fuera el salón comedor o la enfermería.

Bonnie había decidido comer en su habitación. El soso arroz blanco con hierbas había válido la pena para evitar enfrentar lo que había hecho.

Pero tarde o temprano lo vería, era seguro. Solo que no esperaba que fuera a encontrarlo en este lugar.

La inauguración del bar del hermano de Ava fue todo un éxito, el sitio estaba casi completamente lleno, los camareros iban y venían para atender a los clientes en las mesas, las mesas de billiard ya estaban ocupadas por cinco grupos de personas, más allá otro par competían en los dardos. Hasta había recogido algunos murmullos sobre un día de karaoke.

Byron había reunido todo tipo de actividades y entretenimiento para asegurarse de que sus clientes estuviesen felices. Y lo estaba logrando, había que ver los rostros, los ánimos. Pero ella no podía concentrarse en la multitud, tenía un hormigueo en la piel, una mirada verde la había encontrado a medio camino. Retroceder ahora sería quedar como una cobarde.

Bonnie continuó. Se sentía como nadar contra corriente, en un mar espeso donde sus sentidos eran atacados desde todos los puntos, y aún así podía sentir el olor de Trent. Masculino, terrenal, caliente. Bonnie lo vio girar en su asiento, dándole la espalda a la barra, apoyando los codos sobre la superficie. Tenía una botella de cerveza en una mano y esos ojos verdes clavados en ella, más bien, en su cuello. Vestía una cazadora de un color azul tan oscuro que por la tenue iluminación casi parecía negra, la llevaba a medio cerrar y dejaba ver el suéter negro debajo. Vaqueros y botas completaban el sencillo atuendo.

Cuando sus miradas chocaron, las mejillas de Bonnie se encendieron con un ardor incómodo. Trent hizo un parpadeo perezoso y las imágenes de la noche vinieron a ella. Mientras se acercaba a él podía ver su piel sonrojada, sus gruñidos profundos, sonidos húmedos y agitados, olores ásperos y cálidos.

De pronto esto se convirtió en una pésima idea.

Pero ya estaba ahí, junto al taburete vacío al lado de Trent y él continuaba mirándola con esa intensidad que la ponía nerviosa y agitada, esperando su movimiento. «Una broma, un saludo, y regresaré» se dijo, actuar de manera evasiva con él sería sospechoso.

-No esperaba encontrarte en un evento como este -le dijo luego del primer saludo que salió tan nervioso y bajo que dudaba si había llegado a oírlo, Bonnie formó la sonrisa menos enfermiza que pudo construir.

Él siguió un poco más en sus ojos, y luego bajó la mirada a su cuello otra vez, su expresión ligeramente confundida.

-¿Por qué lo dices?

No tuvo que forzar su voz para ser escuchado, Bonnie podía oírlo de una manera tan nítida como si estuvieran solos. Y eso debía ser extraño, la forma en que parecía centrada sólo en él.

-Bueno -carraspeó, luego se aclaró la garganta-. Pensé que no podías.

Trent se fijó en sus ojos y enarcó una ceja.

-¿Por qué no podría? -Cuestionó, levantó la botella hasta su boca y bebió. Un trago largo, su cuello expuesto, su nuez moviéndose de arriba a abajo.

Un mirada de reojo la pilló observándolo.

-Cosas de felinos solitarios -se apresuró a decir-. Y eso.

-El hecho de que me guste mi propia compañía no quiere decir que sea una persona asocial.

Bonnie no podía creerle. Los eventos sociales y Trent eran dos polos opuestos, como mezclar mayonesa con salsa de chocolate.

Cautivo (Serie Gold Pride 3.5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora