Capítulo 12

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La presencia de Trent tenía un efecto devastador para Bonnie, y aquí, dentro del reducido espacio de la camioneta ese efecto se multiplicaba por diez.

Era un hombre para mirar, para observar, y también para tocar. Pero sólo si él lo permitía, y en este momento no había otra cosa que Bonnie quisiera más.

Trent podía disolver los nervios que mordían su piel y le revolvían el estómago.

-¿Qué hacemos aquí, Bonnie?

Su pregunta sonó lánguida y suave, Bonnie le echó una mirada de reojo y contuvo el aliento al observarlo acomodarse las gafas de marco delgado sobre el puente de la nariz. Dios, era inusual ver a un jaguar, pero ¿uno que necesite gafas? Ni siquiera sabía que los cambiantes pudiesen tener problemas de vista.

-Y antes de que preguntes -dijo, había un poco de exasperación en su voz áspera-. Tengo un poco de miopía del lado humano, diagnosticada a los dieciséis.

Vaya, eso era mucho.

-¿Cómo sabías que...?

-La gente es propensa a las preguntas estúpidas -un gruñido bajo-. Apuesto a que querías preguntarme si las uso por cuestión de necesidad o estética.

Trent volteó hacia Bonnie, con una mirada audaz burlándose de ella detrás del delgado vidrio de sus gafas. Hermoso. Tentador. Perfecto para un mordisco o dos, o tal vez más «concéntrate»

-Tal vez tengas razón.

Una media sonrisa lenta volvió a acelerar su corazón.

-¿Y bien? -Quiso saber-. Llevamos veinte minutos aquí, no estoy dispuesto a quedarme encerrado dentro de una camioneta todo el día.

Bonnie apretó los labios, y los puños. Deseaba exigirle regresar a la seguridad del motel, pero estaba segura de que Trent no le permitiría esconderse. Además... Un espacio pequeño con dos camas le hacía pensar todo tipo de cosas...

-Solo estoy pensando.

-¿En qué?

Bonnie apartó los ojos del jaguar, ignorando la imagen repentina de ella montandolo hasta llevarlos a ambos al olvido, desechó el pensamiento pero no pudo hacer nada por el intenso calor que se arremolinó en su bajo vientre.

Dirigió su atención a la casa blanca y celeste del otro lado de la calle. Estaban lo suficientemente lejos, a cuatro casas de distancia, como para no levantar sospechas de que ya estaban aquí, lo suficiente para tener un tiempo para aclimatarse -o tal vez resignarse-, al desastre.

-En cómo entrar, qué decir, qué hacer. No los veo desde la Navidad pasada.

-Lo haces ver como una clase de formalidad.

-Lo entenderías si fueses la oveja negra de la familia.

Un sonido diferente brotó de él, inesperado y al mismo tiempo sorprendente, una risa baja y ronca que sacudió el pecho de Trent por escasos segundos. «Ah, así que también puedes reír» en cierta forma era encantador cuando lo hizo.

Por un breve instante olvidó sus preocupaciones.

-Eso es absurdo.

-No.

-¿Qué hiciste?

Bonnie tomó una respiración profunda, dirigió la vista al cielo celeste y blanco que apenas podía ver por el parabrisas.

-Rechacé una propuesta de matrimonio pública en una ceremonia del enclave. El hombre que me lo propuso, Rodney, descubrió que tenía el instinto activo así que aprovechó para proclamarse como mi compañero, ya que yo era la suya.

Cautivo (Serie Gold Pride 3.5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora