Bonnie entró a trompicones detrás de un sangrante Boyd. Su corazón tenía la intención de salirse de su cuerpo para empujar al hombre. No podía hacer que fuera más lento, así que simplemente dejó que el pánico la consumiera en la hoguera, la parte que todavía se hallaba cuerda en su interior sabía que tenía una voz en su cabeza que la haría regresar desde donde sea que sus instintos la arrastrasen.
«Estoy aquí»
Dos palabras, con ese sonido profundo e inflexible que escondía una aspereza innata, dos palabras revoloteron en medio de la espesa bruma que mantenía su cerebro embotado.
Cerró la puerta de la enfermería detrás de ella, aturdida, como si hubiese sido empujada a las profundidades de un lago y no supiera los movimientos correctos para llegar a la superficie. Se sentía más lenta, pesada.
-Por aquí -La voz de Trent sonaba más clara desde alguna parte, Bonnie prestó atención a los alrededores. La enfermería. El dominio del jaguar-. Tina, corta su camisa.
Sonidos metálicos flotaban en el aire. Bonnie volteó la vista hacia una camilla, donde Boyd Cantrell se recostó ayudado por el cirujano, todavía tenía un brazo doblado, su mano sosteniendo un paño enrojecido por la sangre que le brotaba del cuello. La misma sangre que se secaba en las garras de Bonnie.
Su cuerpo se entumeció todavía más, si eso era humanamente posible...
-Veamos... Tina, vamos a limpiar primero.
Tina se movía con agilidad, como un pez en el agua, siguiendo indicaciones y trayendo todas las cosas que Trent le pedía.
-Las heridas no son profundas -dijo Trent, con una profunda expresión de concentración en su rostro-. Pero te pondré un sedante, trabajaré mejor con un cuerpo quieto.
Un gruñido bajo.
El paño fue removido y las náuseas treparon por su garganta cuando Bonnie vio la piel abierta, la carne expuesta. El daño hecho por su culpa.
Solo entonces el cirujano apartó la mirada del paciente y se encontró con ella en la distancia. Tenía el ceño más fruncido que nunca, una máscara protectora y transparente le cubría el rostro, lo ensombrecía, el resto de su cuerpo iba cubierto por una bata descartable azul. Bonnie quería preguntarle si la expresión de pena y preocupación en su rostro se debía a que ella estaba en un estado semi salvaje o si había algo más, algo que no podía retener.
-Bonnie -habló, inyectando autoridad en su voz, sacudiendo su cuerpo abrumado-. Ve a mi habitación y quédate ahí.
Bonnie rompió el crudo contacto visual, sus ojos se desviaron al cuerpo medio dormido de Boyd. Pobre Boyd...
Casi gimió de pena.
-No es grave -le aseguró con firmeza-. Puedo repararlo.
Debería haber sentido alivio cuando notó la confianza en sus ojos verde bosque, pero la culpa fue como un agujero negro, y la absorbió por completo. No es como si Bonnie pudiese oponer algún tipo de resistencia, las emociones estaban a flor de piel.
Malditos instintos.
-Te llevaré -sugirió Tina con una sonrisa amable y compasiva en su redondeado y juvenil rostro moreno, una sonrisa que se esfumó con el gruñido de advertencia de Bonnie.
¡Sonaba tan mezquina! Tan fuera de control. Tal vez estaba llena de envidia cuando la otra leona se acercó, sus ojos dilatados pero brillantes, su expresión saludable. No era como Bonnie, una criatura temerosa que podía estallar en cualquier momento, hiriendo a personas inocentes. Ah ¿por qué no podía ser una mujer normal?
ESTÁS LEYENDO
Cautivo (Serie Gold Pride 3.5)
RomanceLa vida de Bonnie Lewis no puede empeorar... O tal vez sí. Su compañero ya está emparejado, su instinto de emparejamiento sigue activo y para colmo su animal está a un pelo de salirse de control. Y por si no fuera poco, el calor que inunda su cuerpo...