POLOS OPUESTOS.

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—Asi vamos a jugar entonces.

—Estamos perdidos. — dijo Enzo, después de un largo momento de silencio al observar toda la escena entre Paredes y Dybala.

—No, no, boludo. No digas eso. — regañó Lisandro, quien se había quedado allí por pura curiosidad.

—Eso, hay que ser optimistas, tío.

—Tienen razón, la verdad...¡Estamos perdidos!— volvió a repetir con una fingida emoción.

—Bueno, hasta que este mogólico cambie la cara. — comenzó Martinez de brazos cruzados, dedicándose a mirar al español que parecía más serio en el tema. —¿Qué sigue ahora?

—No te preocupes, Licha querido. — interrumpió Enzo al sevillano que apenas iba a hablar. —Eso le toca a la arañita.

Paulo se lavó el rostro después de haberse visto en el espejo, no entendía como es que seguís ruborizándose de solo pensar en el acercamiento que tuvo con ese hombre.
Se colocó nuevamente el collar que siempre llevaba consigo, y por el espejo ligeramente empañado al haberse duchado, observó cómo su medio hermano entraba a buscar una toalla y su desodorante.

—Me contaron que te vieron muy juntito con Lean. — comenzó mientras fingía estar concentrado en buscar por los cajones.

—¿Ha sí? Seguro el gobernado de Tagliafico fue. ¿Vos sabés que aprovecha cualquier cosa para convencerte de salir con él?— inquirió girando su cuerpo para ver al menor. —Mi situación es una excusa para ocultar que le faltan los huevos para plantarse frente a vos.

—No sé, Pauli. ¿Por qué me esquivas el tema?— Juli sonrió, pues notó el discreto nerviosismo en el muchacho de piel ligeramente bronceada.

—¿Qué decís, boludo? No te esquivo el tema, es más, te contraataque. — respondió y quiso dar por finalizada la charla al irse directo a su habitación.

—¿Por qué te haces del rogar con los otros? Si vos sos re bonito y querido. — siguió el cordobés menor caminando detrás del contrario. —¿Te da miedo?