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—¿Y qué piensan hacer al respecto?

—¿Y qué piensan hacer al respecto?

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—Irnos.

—Ayudarte. — ambos menores se miraron molestos, y Enzo se permitió hablar nuevamente. —Nosotros te vamos a ayudar a conquistarlo.

—¿Por qué?

—Porque Enzo está enamoradísimo de su hermano, y creo que sabes cómo son las cosas. — el joven español sonrió cuando notó el asentimiento en el bostero. —Entonces hicimos un plan donde el idiota de Nicolás te daría dinero a ti, pero en realidad nos beneficia a nosotros.

—¿Le están viendo la cara a Tagliafico?— inquirió con fingida molestia intimidando ligeramente a los menores, o al menos, hasta que empezó a reírse por sus expresiones. —La verdad que me sorprende y a la vez no.

—Mejor así. — dijo Enzo sonriendo al ver que no parecía querer negarse a su ayuda. —Nosotros te vamos a decir sus gustos para que tengas mejor oportunidad.

—Si lo sacaron de una revista, no me interesa. — su mirada celeste regresó nuevamente a la madera con la que trabajaba.

—¡No! Es de una fuente realmente confiable. — gavi le guiñó el ojo. —Quizás muy cercana.

Leandro detuvo todo su trabajo para tener su atención fija en las palabras de los menores, y en ellos. Sinceramente, él no entendía la razón de planear todo eso por un chico, pero en parte, admiraba la valentía.

—Entonces ustedes me van a ayudar a domarlo. — dijo como si no se lo creyera.

—Exacto. — respondieron al unisono con gran orgullo.

—Somos tus chicos en esto, Lean. — indicó el joven español aferrándose al brazo del argentino.

—Obviamente no como los de la cárcel. — rectificó el bonaerense menor. —Ya sabes, entre turritos con pasado turbio nos entendemos.

El silencio incómodo que hubo entre la tercia por lo último dicho, fue suficiente como para que el sevillano observara a los suramericanos y decidir mostrar lo que tenía en su teléfono.

—¡Empecemos aquí!— dijo señalando la pantalla del celular, dónde mostraba la invitación a una fiesta. —Si cerraras el pico, lo agradecería. — susurró solo para que Fernández lo oyera. —Debes invitarlo a esta fiesta el viernes.

—¿El viernes? ¿Por qué ahí?

—Es la ocasión ideal, Lean.

—No puedo el viernes. — respondió con simpleza. —¿Y para qué en todo caso?

—Vas a tener que cancelar tus planes de jugar fútbol con tus amigos, porque allá es donde vas a llevar a Paulo.

paredes lanzó todas sus herramientas sobre la mesa, y dedicándoles una falsa sonrisa declaró:—Lo voy a pensar, piojos.

POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora