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—¿Qué querés hacer, Lean?

Paredes sintió prácticamente que olvidaba como respirar ante la pregunta formulada, pero no fue solo eso, no

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Paredes sintió prácticamente que olvidaba como respirar ante la pregunta formulada, pero no fue solo eso, no. Mejor dicho, fue un combo de todas las acciones del mayor; sus ojos brillantes, sus labios entreabiertos cómo si deseara que lo bese, y sus cuerpos pegados odiando la lejanía que podría existir entre ambos luego.
Sí, por supuesto que era un combo.

Pero cuando iba a responder al momento en que su confianza volvía a su cuerpo, el más bajo empujó su espalda con la puerta del auto cuando lo abrió, aprovechando su guardia baja, y claro, la fuerza que tenía.

—Fue una velada muy linda, más suerte para la próxima igual. — le guiñó el ojo metiéndose en el auto, lanzando la bolsa en los asientos traseros y bajando el vidrio lo suficiente para reposar su brazo.

—Joya dos, heredero cero. — susurró Leandro dando la media vuelta por dónde vino, aún sin creerse cómo es que solo con sus ojitos logró ponerlo así.

Pero tal vez el karma le llegaba demasiado pronto a la Joya, y ese karma tenía nombre y apellido.

—No puede ser. — maldijo el cordobés al verlo por el espejo retrovisor. —¿Cómo va a estacionar el auto ATRÁS MÍO?— se preguntó sin creerlo, y menos al ver la sonrisa arrogante que traía el bonaerense.

Dybala intentó guardar la calma soltando un bajo suspiro, y cuando vio que caminaba hacia el local al que él había ido antes, estiro un poco su cabeza para verlo y decir:

—¿Sos pelotudo o te parió una vaca?

—Nací por cesárea, gracias.

—Con más razón. — susurró Paulo. —¿Te importaría?— insinuó mirando el vehículo mal estacionado.

—Para nada. — respondió cruzando a un lado sin detenerse a observarlo.

Dybala no se lo creía, su odio por el muchacho parecía aumentar cada segundo que compartían de vida. Pero no se iba a quedar así, ¿Cuando prefirió esperar para darle a entender a Tagliafico que ganó?

—Piri nidi...Ahora vas a ver.

Y haciéndole honor a su oración, se acomodó en el asiento y dando marcha atrás con velocidad, chocó sin pena alguna el auto detrás suyo. Eso si que le iba a dejar un recuerdo costoso.
Pero eso no importaba cuando tenía la oportunidad de ver el rostro de horror que el mayor tenía apenas vio todo lo que había pasado en su ausencia, un contraste total con las carcajadas de Paredes que siguió al bonaerense.

—¡Paulo Dybala!— gritó furioso. —¡Sos un psicótico de mierda!

—¿Yo? Para nada.

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POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora