Pero por más fácil que parezca, no todo puede salir como deseamos.
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—¿Y?
—¿Y qué?
—¿Los boludos que están allá son confiables? No quiero arriesgar la vida de mi futuro cuñado. — preguntó Enzo con una mano en su boca cómo si quisiese que solo lo escuchara su acompañante; Lisandro.
Dos semanas habían pasado de esa charla entre los jóvenes hinchas de River, y en todo ese momento, Fernández se la pasó junto a sus amigos investigando que tipo de persona cumplía con los requisitos indicados para salir con Paulo Dybala. Al final de sus clases, Lisandro y él decidieron quedarse, pues el mayor le presentaría a las personas indicadas que encontró para esta misión suicida.
—Creeme, enzurri. Busqué a los más desesperados como para cumplir con esto, son todos unos románticos iguales a Sandro. — informó Licha con una sonrisa orgullosa. —Incluso me postulé yo.
—Postularte vos es lo mismo que la nada, pero bueno. Todo es posible. — animó.
El dúo llegó a la zona acordada con los demás, y Enzo realmente no podía creer a quienes veía allí.
—¡¿Solo hombres?!— chilló molesto.
—Baja un cambio que yo conozco los gustos de la joya. — respondió de igual modo mirándolo de mala manera. —Bueno, después contame cómo te fue. Nos vemos en la casa de Leo, sexo Fernández. — y diciendo eso, palmeó su hombro como despedida.
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—¿Cómo te ha ido, tío?
—Mal, gallego. Increíblemente mal. — respondió sosteniendo su celular caminando de regreso a su hogar.
Una hora pasó aproximadamente que Lisandro había dejado solo al riverplatense para que comience con esa "entrevista". Pero definitivamente, ninguno aceptó (o eso diría él, ya que quedaría muy mal decir que no les vio potencial).
—Un tal Ángelo fue, un italiano, un español y hasta un heladero que no sé que pito tocaba ahí. — contó Enzo. —¡Hasta Neymar fue! Pero después me dijo que se confundió, me dió pena.
