²¹

560 79 7
                                    

—¡Exequiel, vení para acá!

—¡Exequiel, vení para acá!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Todo eso es falso.

La pareja (al menos, aún no formalmente) bajaba del auto que pertenecía al menor, pues luego de la cita improvisada, Leandro le dijo que lo llevaría a su casa.

—¿Si? ¿Lo del policía también?— inquirió Paulo con curiosidad, pues en todo el transcurso hacia su hogar, se la habían pasado desmintiendo chismerios que la gente decía de ellos.

—Totalmente falso. ¿El bar judío?— contraatacó el menor.

—Un rumor, pero gané. — se justificó el más bajo sonriente. —¿Lo del gato en el pozo?

—Nah, completa mentira. Amo demasiado a los animales como para hacerle eso. — respondió Leandro, y no era mentira, pues no por nada tenía un pequeño cachorro esperándolo en casa. —¿Lo de la trompada a Tagliafico?

—Eso si fue verdad, pero en realidad, por defensa propia. — y Paulo no evitó reírse ante el recuerdo. —Él me quiso meter mano.

En todo el transcurso a la vivienda ajena, los dos comenzaron a desmentir diferentes rumores que habían creado sobre ellos. No sabían porqué, pero después de todo lo vivido entre ellos, sentían que podían sijcerarse sin ser discriminados. Y aunque así fuera, no importaba.

Los argentinos se sentaron en las pequeñas escaleras que daban ingreso al hogar del más bajo, y por mientras, utilizaban esa conversación como una excusa para que la convivencia entre ellos no termine.

—Entonces...Decime algo que sea verdad, Lean.

—Mi amor por vos. — respondió al instante, y eso solo causó más diversión en el muchacho de ojos verdes. —¿De qué te reís?

—Que eso ya lo sé, boludo. Algo que enserio, enserio, nadie más sepa.

Leandro rompía cada vez más la distancia entre los dos, pues tomaba un poco de acercamiento cómo si quisiera susurrar sus siguientes palabras.

—Que sos un dulce de leche. — murmuró en lo que repartía un pequeño beso en el cuello ajeno, pasando al otro costado de la piel bronceada al decir:—Que también sos muy sexy. — dió un beso más, y se separó para observar la expresión ajena. —Y que yo te gusto muchísimo.

—Apa, tenés mucha confianza en vos.

—Siempre me lo repito antes de encararte. Es casi como una tradición. — bromeó de igual manera, cerrando sus ojos para probar una vez más los pomposos labios del cordobés.

Y aunque tal vez no era una pregunta necesaria, Paredes vio el momento para hacerla, mentalizandose a su vez la reacción que su acompañante podría tener.

—Vení a la fiesta conmigo.

—No, Lea. Ya fui hace un tiempo y no me canso de decir que fue un asco. — respondió tomando distancia del nombrado.

POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora