—Esforzate.
La conversación con Leandro seguía clavado en su cabeza como un cuchillo, pero no por las palabras, aunque sí, en parte sí.
Es solo que sigue sorprendido por quién fue el que le dijo eso. Enzo no miente, literalmente se lo creería de Gavi, Aimar (con quién unos días se la pasa conversando) e incluso de alguna profesora chismosa que supiera leer sus pensamientos, ¿Pero Leandro súper malo y sin corazón Paredes?En parte, Fernández esta feliz. Casi accidentalmente consiguió que ellos dos se complementaran; Paulo necesitaba a alguien que le ayudara a soltarse, sentirse más libre y conocer lo que era vivir guiado por tus sueños, y no por decisiones ajenas. ¿Leandro? Él estaba buscando a una persona que lo acomodara en el buen camino una vez, que también lo ayude a disfrutar pero acompañado de cariño y compañerismo, no por alcohol y drogas.
Y supo que cada uno se había encontrado con el indicado cuando vio como fue tan preocupado hacia Dybala, quién intentaba levantarse del banco buscando al de ojos celestes, pero en realidad estuvo por encontrarse con el suelo.
—Sos tan...Condescendiente. — murmuró Paulo un poco más despierto, pero aún así se dejaba guiar por el cuerpo más grande.
—Hasta en pedo decís cosas que no entiendo. Es increíble. — bromeó el tatuado sosteniendo con firmeza al más bajo por su cintura, llevándolo hacia unas hamacas colgadas en una firme rama de un árbol de flores.
—¿Por qué haces esto?
—Porque me preocupas, tarado. — respondió sin verle al rostro, pues estaba más ocupado en sentarse en la hamaca sosteniendo siempre la mano del más bajo por temor a que se caiga.
—Pero si ni siquiera te importo. — susurró con el ceño fruncido, sin saber si fue por lo dicho, o porque su mente le rogaba que creyera ello.
—Paulo, obviamente me importas. — está vez, lo miró directo a sus ojos. —Yo me muero si te pasa algo.
Entonces Dybala se mantuvo en silencio, repasando una y otra vez la confesión que su menor le dijo. No evitó mostrar una tímida sonrisa por ello, porque nunca fue capaz de dejar de verlo para que supiera que a él también le importaba como se encontrara el bostero; que cada vez que escuchaba que se iba a los bares de mala muerte le dolía, o cuando lo veía en la enfermería por heridas que ni siquiera se había hecho en educación física se sentía morir en vida, porque nunca pudo defenderlo.
Pero no quería ilusionarse, no quería hacerlo a pesar de saber que él lo amaba, y era amado a su vez.
"¿Acaso me estoy enamorando de alguien que podría romperme el corazón?" Pensaba siempre que Leandro provocaba esas mariposas en su estomago.—¿Por qué dejas que el pelotudo de Nicolás te rompa los huevos?— cambio drásticamente de tema, ya que era una duda que lo carcomía desde que lo conoció.
—Lo odio, es un mogólico. — respondió desviando su mirada hacia la flor que reposaba a un lado de su acompañante. —Nosotros estuvimos juntos en segundo año.
ESTÁS LEYENDO
POLOS OPUESTOS.
Teen Fiction• El mito de los polos opuestos dictɑ que unɑ peɾsonɑ estɑ́ incompletɑ poɾ sí mismɑ, poɾ eso, cuɑndo conoce ɑ unɑ peɾsonɑ opuesto ɑ ellɑ, sienten ɑutomɑ́ticɑmente unɑ fueɾte ɑtɾɑcción, consiguiendo complementɑɾse; Leɑndɾo γ Pɑulo lo son. Sin embɑɾ...