Extra.

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~.Extra.~

Juno.

Afuera llovía, parecía que el cielo se caía a pedazos, la ventana se empañaba por el frío que hacía, y aún así a mi me encantaba como estaba el día. Me pare de la cama y abrí la ventana que estaba cerca, para escuchar mejor el ruido y sentir el olor a la naturaleza húmeda entrando por la ventana. Me volví a tirar, estirada y boca abajo, enterrando mi cara en el almohadón. Cerré los ojos, me sentía en paz.

Escuché unos conocidos pasos por el pasillo y sonreí cuando segundos después, la puerta de la pieza se abrió, y el sonido conocido de su voz entró en mis oídos.

— Malas noticias, no hay más helado de chocolate.—Su voz algo ronca llegó a mis oídos, abrí un ojo para apreciarlo, y lo ví.

Sus ojos azules, tan brillosos como siempre, mirándome con una sonrisa adornando sus labios, la cabeza ladeada levemente, el pelo corto y ahora pelirrojo resaltaba su piel blanca, una musculosa negra dejaba al descubierto sus brazos tallados y el nuevo tatuaje que tenía parecía resaltar mucho mas en su piel con ese color de remera, un pantalón que abrazaba realmente bien su cintura.

Y él, simplemente él, siempre era él, en todo momento y por mucho tiempo.

— Las buenas noticias es que queda un poco de menta granizada.—Subió las cejas con una sonrisa divertida en su cara. Hice una mueca y fingí una arcada.

— Sos un monstruo.

Se acercó lentamente a mi, acostándose a mi lado, apoyando sus labios en mi hombro con ternura, dejando besos pausados.

— ¿Si fuera un monstruo me querrías igual?— Preguntó pensante, yo sonreí. —Si fuera así, tipo muy sucio y peludo... Y tuviera garras.

— Valentín, no sos un monstruo y aún así sos todo eso que dijiste. Así que la respuesta es sí. —Me reí cambiando de posición en la cama, quedando boca arriba y estirando la mano para acariciarlo, pasando las yemas de mis dedos por su mandíbula, me miró algo indignado, pero aún así con ese brillo precioso que me ponía completamente de rodillas.

Nos quedamos mirando un rato a los ojos, como siempre hacíamos, me sonrió después de un rato y bajó sus labios a los míos para besarme con ternura, el tacto suave y pausado, como una caricia al alma.

— Hermosa.—Susurró esparciendo besos por toda mi cara.—Te amo mi vida.

— Te amo.

Se acomodó mejor, apoyando su antebrazo en el colchón y apoyando su cabeza en sus manos así quedaba un poco más alto que yo, su mano derecha viajo hasta mi panza descubierta y empezó a acariciar con una sonrisa en su boca, dejando suaves trazos al pasar sus dedos.

— ¿Sabes? Estuve pensando hace poco.

Abrí los ojos haciéndome la asustada y le toque la frente comprobando falsamente que no tenga fiebre.

— ¿Vos? ¿Pensando? ¿Estas bien?—Fingí preocupación, giró los ojos divertido.

— Y me acordé de cuando nos conocimos...—Siguió hablando, mi corazón dio un brinco cuando recordé la primera vez que lo vi.

— Hace cinco años. —Le recordé, apretó los labios evitando una sonrisa, mi pecho se lleno de calidez.

— Sí. Cuando casi te vas a las manos con los chinos.—Se rio divertido, sonreí nostálgica.—Y me acuerdo que justo cuando yo estaba pagando tus cervezas, vos te reíste, fue la risa más hermosa que escuché en mi vida. Y lo único que pensé fue en que necesitaba escuchar siempre tu risa, necesitaba que se me ocurra un chiste para decírtelo a vos, las ganas que tenía de verte siempre reír.

Chino ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora