Once.

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~.Once.~

Salí de bañarme envuelta en una toalla y cagandome de frío, la última vez que había venido Valentín me había apagado el calorama y ahora hacia alto frío, caminé rápido hasta la cocina y fui directo al calorama para ver si lo podía prender.

— ¿Te ayudo a cambiarte?—Escuché una voz y pegué un salto agarrando un florero, me giré para ver que onda y giré los ojos al ver a Valentín sentado en mi sillón cono si fuera su casa.

— ¿Qué haces acá pendejo de mierda? Mira si salía en tetas de bañarme.—Grité con el ceño fruncido, sonrió y me dio una miraditra rápida, tapándose los ojos después de un rato, mordí mi labio y sonreí.—¿Qué haces ahora?

— Uno, el portero me abrió y la puerta de tu casa estaba abierta, y dos, me tapo para que no te sientas incómoda.—Habló y sentí que me moría, no podía enojarme con Valentín, era un pancito de Dios.

— Bueno ponete cómodo, me voy a cambiar.—Dije caminando rápido para mi pieza, busqué algo rápido para ponerme y con eso me refiero a un buzo grande negro y un pantalón corto de lana que me llegaba hasta las rodillas.

Siempre me vestí crota, y no porqué en mi sala ese Wos me iba a poner elegante, ya parezco una fan con lo que dije, pero sus temas son hermosos y no pude dejar de escucharlo en toda la semana, acomode mi pelo en una colita alta y salí de la pieza arrastrando los pies.

— ¿Listo?—Preguntó mirándome cuando yo me senté a su lado, asentí con la cabeza y agarré el control de la tele para ver Netflix, empecé a buscar una peli mientras él me miraba.

— ¿Qué?—Pregunté un poco cansada cuando no me sacó los ojos de encima, negó con la cabeza hundiéndose de hombros y yo giré los ojos.—No me mires.—Susurré después de un rato.

— Siento que seguís enojada conmigo.—Habló largando un puchero cuando lo miré, y si, la cagada que te mandaste también Valentín, no se perdona de un día a otro.

Y encima después otra más.

Yo no sé porque no lo heche a patadas de mi casa.

— Ajam.

— Dale Juno.—Pidió largando un suspiro, me hundí de hombros y empecé a buscar otra serie más, su mano toco la mía y cuando la miré, él se hizo el boludo.—¿Qué tengo que hacer?

— Ah no sé, fíjate viste.—Hablé esquivando mis ojos otra vez, con el ceño frincido, no era resentida o esas mierda, pero esa noche que me había abandonado para irse con Ángela y después habíamos "arreglado" las cosas por así decirlo, aunque solo me haya pedido perdón.

Al otro día estábamos muy cómodos en su casa y le llegó un mensaje de una tal... Ángela también, y me dijo sutilmente que me tenía que ir, onda no con esas palabras pero me dijo "taza taza..." y todos sabemos como termina ese dicho, me fui enojada otra vez.

Y con ese dolor en el pecho que seguía teniendo hasta ahora, crecía todavía más al ver sus ojos azules.

— ¿Me soltas?—Pregunté cuando empecé a sentir sus caricias en mi mano, hizo una mueca y asintió con la cabeza.

— Perdón.—Susurró, me soltó la mano y yo la metí en el bolsillo de mi buzo, era un buzo canguro y por alguna puta razón todo me hacía acordar a él, suspire y puse una película de terror supuestamente, prefiero mil veces las de terror que las de comedia.

Chino ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora